Alguien intentaba abrir la puerta de casa y se me pusieron los pelos de punta. En lugar de defender mi castillo, me metí bajo la cama a esperar acontecimientos temblando como un conejo.
Un ¡PATAPAM! me advirtió de...No sé de qué porque no me quedó claro si el intruso se había quedado dentro o fuera del piso - Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaa!
- ¿Nena? - ¿Cotilla? - ¿Dónde estabas? - Debajo de la cama (¡mecachis! se me ha escapado) - Aaaaayyyy, que mal rato he pasado, boba de Coria. Estaba en las inmediaciones de la tienda del señor Li cuando he encontrado una caja llena de muñecas. Y claro, no voy a dejarla enmedio de la acera para que la coja cualquiera... - Usted, por ejemplo. -
Se hizo la loca. - El señor Li es un tunante. Con decir que aquella melcancía, como dice él, es suya se hace el amo de todo lo que está a cincuenta metros de su tienda. Me ha hecho correr de lo lindo para, al final, soltar la caja para que no me cogiera. - Y ahora le mandará a la mafia china, claro. - No tan claro. Me ha gritado: - ¡Señola Cotilla, mi sabel que conocel a señola tejedola. Yo quelel hablal con ella y pagal bien. - ¡Yo no la conozco! (grité a mi vez) - Pelo boba de Colia, sí. Yo quelel que hacel gol.litos pala cabeza muñecas.
- Entonces puse el marcha el toma y daca de toda la vida. Quien algo quiere, algo le cuesta. Y grité de nuevo. - ¿Cuánto me tocará a mi? - Hemos discutido un buen rato antes de lograr un bonito acuerdo para los dos mientras los vecinos del barrio, creyendo que nos estábamos peleando, llamaron a los Municipales y mandaron a Bedulio y yo me fui. Ahora el señor Li discute con Bedulio vete tú a saber de qué.
Un lagrimón de kilo y medio rodó por mi mejilla, aplastándola con su peso. Tuve una joyita en las manos con la araña tejedora y en lugar de escuchar al sentido común (que es un plasta) hice caso a mi ego y me cargué al negocio y a la araña.
¡¿Cómo voy a ser rica algún día con la mala pata que tengo?!
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