viernes, 21 de octubre de 2022

Metiéndome en compromisos.

Uno de los comensales de la Santa Cena se quejó de que lo había arañado. - ¿Yoooo?  No tengo otra cosa que hacer. - Pues aquí está la prueba acusatoria (dijo señalando una parte de su ropa a la que le faltaba un trozo de yeso) - Ah, pero esto no es cosa mía sino de mis uñas. - ¡Tu lo has dicho: ¡MIS UÑAS!

Tuvimos una discusión de lo más tonta que nos ocupó toda la tarde y parte de la noche porque ambos teníamos razón: el desconchón era cosa de las uñas que , aunque nadie me creerá , viven su vida loca con total libertad y libertinaje. 

Han crecido sin ton ni son. Ni siquiera crecen unanimemente y en cuanto a vestir no tienen ninguna afinidad. Mis manos son paletas de colores a cual más discordante, de modo que no asumo ninguna responsabilidad de sus actos. allá se las compongan las muy descocadas.

Agotados, decidimos dar por zanjada la discusión y, por fin, puede meter la lengua en remojo.

Un repiqueteo en la cristalera del balcón llamó mi atención. Era el árbol de la calle que, con unos lagrimones como peras, me hacía señas para que saliera. - Entre  suspiros, llantos, temblores y mocos a granel, vino a pedirme ayuda: . Nena, si me pasa algo, júrame por los botones de tu abrigo que cuidarás de mis hojitas, los gorriones y... ¡snif...! - ¡Huy, no! Que cada palo que aguante su vela.

El Mundo se paró de repente, se puso en jarras y gritó, atemorizando al personal: - ¡Serás pardala, boba de Coria!!! ¿Acaso tienes algo más importante que hacer.? - Estoy convencida de que si. - Ah, bueno. Si es así, me callo. (Y el mundo giró de nuevo) mientras el árbol siguió llorando a gusto que para eso hoy era el Día de los Arboles Felices y el chinchón on the rocks corrió por las gargantas de Pascualita y mia para celebrarlo.

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