lunes, 17 de octubre de 2022

Jodío mosquito.

 - ¿No venía el invierno? Pues me ha picado un mosquito. Que poca seriedad tiene éste tiempo. Y, encima, al árbol de la calle le ha dado la isa floja y lleva todo el día con tembleque y soltando unos lagrimones que bastan para regar sus raíces. El temblor de la risa ha llegado a ser tan fuerte que se lo ha contagiado al balcón, éste a la cristalera que no sé como todavía no se ha roto. - ¡¡¡Ya está bien, jopelines!!! (grité harta de tanto cachondeo a mi costa.)

No acabó ahí la cosa porque se contagiaron los comensales de la Santa Cena y las migas de la mesa fueron cayendo sobre el aparador y alguna en la pila de lavar del comedor. Pascualita saltó, ágil, a por ella. Parece mentira que esté así llevando tantos milenios a la espalda. Estoy pensando que la Cotilla es familiar suya pero más (o menos) evolucionada y ha ido perdiendo la cola de sardina para trocarla en unas piernas de alambre que no sé cómo la aguantan.

- ¡Oh, oh! Ahí está el jodío mosquito que me ha picado. - Corrí a la cocina a por la escoba pero la "señora" dijo que su jornada laboral había terminado y se iba a ver escaparates con su amiga la fregona. - ¡Pero...! - Habla con tus zapatillas. - Pero tampoco estuvieron por la labor.

De repente escuché un ¡CRACK! y el temblor del árbol dio paso a un temblor distinto. ¡esta vez era de MIEDO!

Una de sus grandes ramas se había desgajado del tronco principal y lloraba como una magdalena. - ¡No quiero emanciparme todavíaaaaaa! ¡snif...!, ¡snif...! ¡¡¡BUAAAAA!!!

- ¿Y ahora qué, graciosillo? (le dije al árbol de  la calle usando un tonillo que no le gustó nada) - Perdona, boba de Coria, pero en mi familia, los trapos sucios se lavan en casa.- Y así quedó la cosa... con el mosquito tan campante paseándose por el mantel de la Santa Cena.

 

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