martes, 5 de mayo de 2020

52º días de confinamientooooooo...

Salí de casa despavorida, gritando como una energúmena. Con el terror pintado en la cara me di de bruces contra Bedulio que, en ese momento, pasaba por mi calle haciendo la ronda.

- ¡¿Qué pasa?! (dijo al tiempo que perdía el color y empezaba a temblar) ¿Te... persigue tu primer abuelito...? - ¡Ojalá! Pero no, el pobre está allí, en una de las ramas del árbol y tan asustado como yo. ¡Los aliens han invadido mi nevera!

Y seguí corriendo como alma que lleva el diablo. Cosa que también hizo el Municipal, solo que mientras yo me iba por la derecha, él lo hizo por la izquierda.

Ni siquiera me paró el frenazo en seco del rolls royce de los abuelitos. - ¡Tu ser loca, boba de Coria! (me gritó el inglés que apunto estuvo de atropellarme cuando cruce la calle sin mirar)

Entonces me acordé que, antes de irme de casa, había llamado a la abuela: - ¡Ya están aquí! ¡Han invadido la nevera! Menos mal que no han descubierto la despensa y los botes  de fabada están a salvo... de momento. ¡¡¡Yo me voy!!!

- "¡Espera! ¿Seguro que son aliens? ¿No serán familiares de Pascualita?" - ¡Oh, noooooo! Se la van a comer. Estaba en mi escote cuando he abierto la nevera y ella ¡ha saltado dentro!  "¡¡¡¿Queeeé?!!!"

De repente, el rolls royce se puso a mi altura mientras yo seguía corriendo, apunto de batir el record olímpico. - "¡Paraaaaaaaaaaa, nena!" ¡Geoooorge, atropéllala!" - El mayordomo pelota, dio un volantazo y me vi el coche encima. Me subí al capó de un salto tapándole la visión al inglés que se estrelló contra el único árbol de la calle.

La abuela me gritó: "¡Mira que tengo!" - Miré. Era una botella de chinchón y decidí que ya estaba bien de correr.  Estaba sin resuello y me costó un poco conseguir una respiración normal. Finalmente, después de beber unos tragos a gollete, pude hablar y pensar con cierta claridad cuando la abuela me hizo la pregunta: "¿De dónde han salido los aliens?" - No lo sé. Estaban en la nevera. - "¿Saltan?" -  Más bien se desparraman... - (Bajó la voz) "¿Pascualita sigue allí dentro?" - Si no se la han comido... si. - "¿Cuándo abriste la nevera por última vez? - Una cierta luz empezó a iluminar mi entendimiento. - No fui yo... ¡La Cotilla! ¡Ella fue la última!  Metió masa madre para hacer pan... -

Al volver a casa, en la nevera no quedaba ni un grumo de masa madre. Y no hizo falta preguntar dónde estaba viendo la gran tripa de la sirena que dormía la siesta sobre una lechuga.


No hay comentarios:

Publicar un comentario