sábado, 30 de mayo de 2020

77 días de Estado de Alarma.

Me he despertado, aterrorizada, en medio de un terrible terremoto de a saber cuántos grados en la escala de Ritzer (o como se diga) El caso es que la cama se movía como una hoja en la tormenta. Yo daba bandazos tan fuertes que, incluso me golpeé la cabeza contra la pared.

Salté de la cama y me metí debajo de ella. Se que hay que colocarse en el dintel de la puerta pero ni se me ocurrió. Solo gritaba ¡¡¡SOCORROOOOOOOOOOOOOOOO!!! histérica perdida. Por eso no me di cuenta de que el suelo estaba quieto y la cama dejó de moverse en cuanto salté de ella.

Entonces se encendió la luz del cuarto y una voz muy conocida, decía: "¡Sal de ahí abajo, boba de Coria y explícame porque me quieres dejar víuda!"

- ¡Abuela, menos mal que has venido! ¿Se os ha caído la Torre del Paseo Marítimo? ¿Ha habido un maremoto que os ha metido el mar en casa? ¡Vamos a poner la tele para ver los desastres
¡Aayyyyyyyyyyyyyyyy! ¡No me tires del pelo!

En cuanto me puse de pie me arreó un tortazo que me tiró de espaldas en la cama. - "¡Gracias a ti, Andresito a sufrido un infarto!" - ¿Se... ha muerto...? - "¡No, pero iba encaminado! ¿Cómo se te ocurre mandarnos al adefesio de Pepe?" - Pero si era un regalito... - "¿Una cosa tan fea? ¡casi se muere del susto!" - Y no se me ocurrió más que decir... - Huuuuy, que piel más finita tienen los ricos... - Claro que a penas pude terminar la frase porque la muy bruja de la abuela me tiró a Pascualita a la cara.

Ahora no puedo salir a la calle ni con mascarilla porque la longitud y el grosor de mi nariz son tan exagerados que, esta tarde, cuando me he sentado un rato en el balcón para tranquilizar mis nervios, se han posado encima de ella casi toda la colonia de gorriones del árbol de la calle y la mariposa que hace suspirar a mi primer abuelito.

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