domingo, 31 de mayo de 2020

78 días de Estado de Alarma.

He tenido un sueño intranquilo pensando en Pepe... ¿Qué habrá sido de él? ¿Lo habrán tirado a la basura? ¿Se lo habrá comido un gato? sería una lástima porque hubiese podido aprovecharlo Pascualita que le tenía ganas.

Tanto cariño como dice la abuela que le tiene y después, al deshacerse de Pepe, no se acuerda de ella ¡y encima, está bien vista! Las hay que nacen con estrella y otras nacemos estrelladas.

Harta de dar vueltas en la cama me levanté y fui al baño. Me senté en la taza del váter y al levantar la cabeza di tal alarido que puse en pie a toda la finca. El ojo-catalejo del jivarizado estaba fijo en mi mientras su boca semidescosida, decía: - OOOOOOOOOOOOOO.

Lo habían colgado detrás de la puerta del baño que da, justo, enfrente del váter.

No tardaron ni cinco segundos en aporrear mi puerta los vecinos. Las sirenas de bomberos y ambulancias despertaron al barrio entero. La gente se echó a las calles para ver qué pasaba, con las mascarillas puestas. Los gorriones, bruscamente despertados, armaban un guirigay en el árbol de la calle. Añadiendo a todo eso las luces azules de los coches de los policías. Aquello parecía una Fiesta Mayor. Solo faltaba la orquesta tocando a toda pastilla.

Me asomé al balcón.  Era todo un espectáculo de luces y sonidos. - ¡¡¡Oiga, qué ha pasao!!! - Me hice la despistada. - ¡Ni idea! Si se entera de algo ya me lo contará.

Vi llegar a Bedulio con aire muy marcial, encantado de dejar el aburrimiento de la guardia del cuartel para entrar en acción pero la cara le cambió cuando alguien señaló mi finca y luego me vio a mi. - Yo grité: - ¡¡¡Hola, Beduliooooooo!!! Y le señalé la copa del árbol.

¿Acaso pensaría que le señalaba a mi primer abuelito? Cada uno es muy libre de dejar volar su imaginación... como él dejó volar a sus piernas mientras emprendía, a todo correr, el camino de regreso al cuartel.

A las ocho de la mañana la gente se fue retirando. El hombre que, hacía horas, me preguntó qué pasaba, se acercó a la acera y gritó: - ¡Ya sé que ha pasao! ¡Un vecino suyo le pisao la cola al gato y el muy cabrón le dejao la cara hecha un cristo! ¡Por eso la víctima ha gritao como si le estuvieran desollando! ¡Que sí que lo ha desollao el gato pero, vamos, tampoco es pa tanto para lo que se ha liao! - ¡Oiga! ¿El gato está bien? (pregunté) - Su dueña dice que durmiendo como un angelito y que su marido, además de un calzonazos, es un exagerao. Hale, pues, ya está usted informá!

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