sábado, 9 de mayo de 2020

56º días de Cuarentena

Esta mañana me he levantado con unas ganas enormes de trabajar... cosa rara en mi. Y he decidido aprovechar la ocasión.

Me he liado a sacar cajas y trastos. He guardado las cosas que tengo puestas encima del aparador: dos candelabros de cuando Franco era recluta que son de la abuela pero no quiere llevarlos a la Torre del Paseo Marítimo porque dice que "Allí no pegan" Marcos con fotos de Rock Hudson que sigue haciéndola suspirar cada vez que se fija en ellas. Un reloj que le regaló la Cotilla que da las horas cuando le da la gana y un jarro de cuando había tiendas de Todo a cien, con flores de plástico azules y amarillas, porque en aquellos tiempos estaba enamorada, la abuela, del Rey de Suecia y esos son los colores de su bandera.

Todo ha ido a uno de los cajones del cantarano. Después he llamado a la Cotilla para encargarle unas cosas.

A la hora de comer ha llegado con mis encargos. He comido deprisa porque me urgía acabar el trabajo antes del programa de la Esteban para verlo tranquila entre sueño y sueño.

Y por fin el aparador ha vuelto a ser protagonista del comedor de mi casa. Allí están ahora las montañas nevadas de harina, el lago de papel de plata de las chocolatinas, los patos, el pescador, las casitas del pueblo, los pastores... Y el pesebre con el Niño, acuático, porque he colocado a Pascualita junto a "sus" padres. Y estrategicamente repartidos por toda la escena, están las ramas de pino, las piñas, los trozos de corcho... ¡Y ya he montado el Belén!

Lo raro es que, más tarde, he mirado el calendario y no dice Diciembre sino Mayo. Ya no los hacen como antes...

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