jueves, 4 de junio de 2015

La Caja de las Pensiones.

El concierto de pitos procedente de la calle, me indicó que Geoooorge había aparcado el rolls royce en la parada del bus y la abuela no tardaría en hacer acto de presencia en casa. Como así fue. La puerta se abrió de golpe y rebotó con fuerza contra la pared. Venía discutiendo con su marido. - "¡Nos quedaremos sin pensión! Se están gastando los cuartos" - Eso es pura propaganda opositora. - "¡Que te crees tu eso!" - Mira lo que dice tu abuela (me dijo Andresito que acaba de descubrirme a pesar de que yo estaba en medio del pasillo)

- ¿Habéis desayunado? - "Esta ha salido a ti. Solo piensa en comer" -  ¿Si o no? - "No. Y no nos pagarán. Ya lo verás. Si quieres sobrevivir en la vejez (dijo señalándome con el dedo) tendrás que buscarte un millonario que te ampare" - ¿Cómo has hecho tú, abuela? - "¿Yoooooo? Yo conquisté a Andresito que, casualmente, está forrado de millones, aunque eso no fue lo que me atrajo de él..." - Nos quedamos en suspenso... pero la abuela acababa de dirigir su atención al chapoteo que se oía en el comedor.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Me he enterado que los Pinochos están metiendo mano en la caja de las Pensiones ¿Qué será de nosotros si la dejan vacía? ¡Quiero mi pensión aunque sea baja! - Eso deben decir los curas de las iglesias donde trabaja: ¡Quiero las monedas del cepillo, aunque sean pocas! - No compares, boba de Coria. Los curas tienen un sueldo, yo no... Bueno, sí: la pensión... ¡Caray! tendré que pedir aumento de sueldo. - Cotilla, ¿trae algo para mojar en el cola cao? - Ensaimadas del lunes. - Buenas son. Vamos a desayunar. - "Que rata eres" (me dijo la abuela que entró en la cocina con un clavel reventón encima de la cabeza. Abrazada a él, estaba Pascualita)

Andresito se enfadó. - ¿Te parece bonito ponerte el clavel delante de mí? - "Precioso" - Te lo ha regalado un extraño... ¿o no es extraño? - "Supongo que en su casa lo conocerán... ¿Estás celoso?" - ¡Claro! - "Pues, lo siento. Pero no se rechaza una flor. Ha sido un detalle" - Se da las gracias y ya está pero no se le invita a cenar a casa. (Andresito estaba mohíno) - ¡¿A qué casa?! (salté yo) - "A la Torre del Paseo Marítimo" - Si es así...

Andresito iba a decir algo... por la forma de la boca me pareció que era ¡egoísta! Que pesados están con ésta palabra. Pero en ese preciso instante a Pascualita le dio por tirarse dentro de la taza de café con leche del abuelito que era quién la tenía más llena. Cayó hecha un ovillo y nos bautizó, sobre todo a él mojándolo de la cabeza a los pies. No contenta con esto, siguió saltando de taza en taza a la velocidad del rayo. Nos levantamos de golpe y acabamos rodando todos por el suelo resbaladizo, rebozándonos como unas vulgares croquetas.

Ni Andresito ni la Cotilla sabían qué había pasado pero no veían el momento de salir pitando de mi casa. - ¡Ayudádme a recoger todo esto! (les grité pero ni me escucharon) La abuela se contentó con mirarse la manicura francesa de sus uñas y me mandó un beso con un dedo - "Que te sea leve, querida" - A Pascualita pude cogerla cuando el líquido pasó a ser sólido y el azúcar se volvió pegajoso. La agarré por la cola y la tiré al acuario pero... se quedó pegada a mi mano. Me dio tanta risa que repetí el lanzamiento varias veces son el mismo resultado hasta que salió volando y se estrelló contra la puerta del comedor. Se me saltaban las lágrimas de tanto reír hasta que vi la dentadura de tiburón que la sirena había sacado a pasear... Desde lejos le he echo varias fotos porque es todo un poema ver a Pascualita con un ojo a la funerala jijijiijijiji



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