miércoles, 24 de junio de 2015

Que cansancio.

¡Ay, ay, ay, ay, ayyyyyyyy... Tengo los pies que me llaman de todo menos bonita. Para contentarlos los he tenido en remojo durante casi una hora y siguen cansados. Amenazan con demandarme al sindicatos de Pies por abusar de ellos sin entrenamiento previo. Hasta esclavista me han dicho. "Y mañana te llevará tu tía a pasear por Palma".

Menudo tute nos hemos dado esta mañana y esta tarde también. Asustada me tenían pensando que se declararían en huelga de pies caídos y tendría que volver a casa en taxi sin apenas dinero en la cartera. Hay que ver lo que quejicas que son, hoy en día, algunas partes de nuestro cuerpo. Se acomodan a lo bueno y después no hay quién les haga trabajar más de la cuenta.

Pero ya les he dicho que mañana tendrán otra tanda de caminar-trotando-hacia-la-Catedral. Y antes de que reanudaran las protestas, he tirado un chorrito de chinchón al agua de la palangana y ha sido mano de santo. Se han relajado.

He pensado que era un buen momento para que Pascualita hiciera sus ejercicios y la he metido en el agua. Al probar el agua a empezado a nadar como si compitiera por la medalla olímpica. Verdaderamente este licor hace milagros. Ya no sé las vueltas que lleva dadas y sigue y sigue como si le hubiesen dado cuerda. Cuando le he querido parar me ha enseñado los dientes y ha seguido nadando con más ímpetu. Creo que voy a proponer al Ministerio que se encarga de las cosas del deporte, que lo incluyan como "agua milagrosa" Así los atletas rendirán más... o se tirarán más al suelo... No sé.

Mañana saldré con el termo de los chinos lleno de chinchón ya que Pascualita aún no puede usarlo porque los michelines (ya tiene menos) le impiden el paso. - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaa! ¿qué haces con esta botella en las manos? ¿No sabes que es malo beber sola? - Voy a llenar el termo... - ¡Ni hablar! Es para compartir ¿Cómo puedes ser tan egoísta? ¡Trae acá!

Como si tuviese que tocar un solo de trompeta, se puso la botella en la boca y bebió hasta que no quedó una gota - ¡Cotilla! Luego la egoísta soy yo. - ¡Pues sí! Para que no seas una cosa tan fea, he acabado con la tentación.

Mientras todo ésto ocurría y para que la Cotilla no descubriera a Pascualita, le había puesto un pie encima, medio aplastandola. La sirena lanzaba bocados a diestro y siniestro, afortunadamente el chinchón hizo efecto antes de que me mordiera y se quedó dormida como un ceporro. Tuve que hechar a la Cotilla con cajas destempladas - ¡Ya se está largando a compar otra botella! - Antes me pasaré por los contenedores de los barrios ricos, a ver si encuentro alguna - (dijo mientras esquivaba el listín telefónico que le lancé.


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