sábado, 13 de junio de 2015

Sigue la Operación bikini.

La abuela me ha dicho que está encantada con Manuela Carmena. - "El año que viene me presentaré yo a alcaldesa. ya tengo el eslogan de la campaña ¡Maduritas al poder!" - Como tengamos que aguantarte tres años en campaña electoral, saldrás elegida por agotamiento. - "¿Tres años? Lo mío será coser y cantar. El cerebro me bulle de ideas para darle a la Ciudad, la vuelta como a un calcetín" - ¿Por qué no te has presentado ahora? - "Por Mateo" - ¿? - "El alcalde. Me pareció feo quitarle la silla" - No tendrías que haberte preocupado por eso. Ya se la quitó en su día nuestro Pinocho particular. Ahora tendrás que esperar cuatro años. - "¿Tantos? Vaya..." - Eso sí, habrá que cambiar el eslogan porque eso de Maduritas jejejejejeje estará desfasado.

La mano que sujetaba el trozo de ensaimada mojada en café con leche, quedó en el aire y una mirada gélida me traspasó. Había cruzado la línea roja. Ahora me daba cuenta pero ya no podía rectificar y en lugar de callarme, seguí metiendo el dedo en la llaga, acuciada por el temor al pescozón que llegó puntual y estampó mi cara en la taza de cola cao. - "¿Piensas que soy muy mayor para ser alcaldesa de Palma?" - Una niña no eres jejejejeje - "¿Acaso no quedaría bien en los carteles?" - Eso sí, abuela jijijijijij El foto shop hace milagros... (a mi misma me decía ¡callaaaaa! pero la lengua no hacía caso al cerebro) - "Según tú, el lema tendría que ser Vejestorios al poder... ¿no?" - Sería lo más... justo jijijijiji - ¡¡¡PLAFFFF!!!

Luego le llegó el turno a Pascualita. A pesar de lo malita que se puso cuando la abuela hizo de ella un churro, siguió con el mismo ejercicio. Le tomó medidas de los michelines, antes y después del meneo. La sirena daba dentelladas al aire muerta de hambre pero no hubo piedad para ella. - "Ahora a nadar" - Del palo colgó una zanahoria y el puñetero bicho fue tras ella. Después de muchas vueltas, de parte a parte de la bañera, dejó que le hincara el diente ¡y se la comió! Hay que ver lo que hace el hambre.

Por último y como premio por el trabajo, le hizo un regalo. - "Mira que cosa más bonita me traje de Venecia. Una pequeña mascarita de Carnaval" - Y sin más preámbulos, se la colocó delante de la cara, sujeta con un elástico. Y empezaron los aspavientos - "¡Pero qué guapa está mi niña! ¡Preciosa! Pareces una princesita pintada por Tintoretto..." - Y así estuvo un buen rato, entre copa y copa de chinchón. Para entonces la sirena tenía claustrofobia y quería arrancarse la máscara. - "No, no. Esto es para que no puedas comer y vuelvas a tu tipito de siempre. Para estar guapa hay que sufrir. Y tu estarás preciosa cuando acabe contigo" - ¿La vas a ... destripar? - Aún no me había repuesto de la terrible confesión de la abuela reconvertida en Jack el Destripador. Sonrió, enigmática y creí ver, a través de un fino rayo de sol que entraba por la ventana, un brillo en su colmillo.




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