- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! Acabo de ver a Andresito entrando en la agencia de viajes ¿No me habías dicho que ya teníais los pasajes del viaje de novios? - "Sí. Ya hace un mes, por lo menos... Que raro" - Hoy he abierto la libreta en el banco. Me siento una potentada. - ¿No se han dado cuenta sus compañeros de los hurtos? - Supongo que no pero, han adoptado una curiosa costumbre desde hace unos días: van a todas partes con los bolsos y carteras. Da risa verlos. - Eso es que no se fían de usted. - A ver si te crees que todo el mundo es tan desconfiado como tú.
La abuela llamó a su novio. Estaba intrigada por lo que le había contado la Cotilla. - "¡¿Quéééééééé?! ¡Por encima de mi cadáver! ¡Cagón, que eres un cagón!" - Colgó con tal fuerza que pensé que había roto el teléfono. - ¿Habéis roto?... ¿Me puedo quedar con tu ex novio?... - ¡Cállese ya, vejestorio!... Espero que sea una tormenta pasajera, abuela, porque no quiero quedarme sin mi parte de la herencia del nuevo abuelito. - "¡Dice, el muy mamarracho, que ya no vamos a Egipto!" - Ah, pues vamos tu y yo solas. La que íbamos a liar. - Además, veríais a antiguos conocidos...jejejejejejeje - ¿Ah, sí? ¿A quién? - A las momias de los antiguos faraones jajajajaja. - ¡Esta nieta tuya acabará mal si un día se me cruza un cable. Que cruz tienes con ella!
Hoy la comida ha salido como si la hubiera hecho yo, malísima. - "La culpa la tiene "ese hombre" ¡Quiero ir en globo sobre el Nilo y el vejestorio de mi novio dice que es peligroso! ¡Yo sí que soy peligrosa cuando me enfado! - Mientras tomábamos el café (a la abuela le he puesto una tila doble a la que le ha echado un buen chorreón de chinchón) llegó Andresito. Traía unos pasajes con destino a Venecia. La abuela, enfadadísima, lanzó los pasajes al "acuario" donde Pascualita descansaba tranquilamente. - Andresito saltó del sofá - ¡Qué haces! - y metió la mano en el agua para salvar los papeles. Lo hizo sin mirar y "pescó" a la sirena por la cola. Me levanté para salvarlo del ataque pero la abuela me hizo la zancadilla y caí de bruces al suelo. Ahora tengo la nariz hinchada porque sangré como un toro de lidia. Aunque el peor parado fue Andresito. El pobre tuvo que ir a urgencias porque le quedó la cara como si hubiese chocado contra con un tren de mercancías.
Y ahora ya no sé si va a ver boda. O si, a pesar de ello, recibiré parte de la herencia de Andresito... Lo que sí es seguro es que la abuela se va a Egipto. ¡Menuda es ella!
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