miércoles, 16 de julio de 2014

He vuelto a la playa con Pascualita. Es que me da no sé qué dejarla sola en casa. Si tuviese perro o gato no podría llevarlos conmigo porque está prohibido pero siendo mi mascota una sirena, considero que es lo más normal que esté cerca del mar siempre que no monte jaleo. Y he venido preparada para que no ocurra eso. He comprado una bolsa de rejilla flexible, de acero, para meterla dentro y bañarnos juntas.

He elegido un rincón apartado y he trasvasado a la sirena del termo de los chinos a la bolsa de rejilla que es holgada y puede moverse bien. La he cerrado para que no pueda salir y me he tumbado al sol como los lagartos. Y como ellos, sin ponerme crema protectora ni ná de ná. No tenía intención de dormirme y no me he enterado de haberlohasta que he abierto los ojos sin saber dónde estaba.

Me he metido al agua para refrescarme y ha salido humo de mi cuerpo ¡me he achicharrado! He estado a punto de llamar a los bomberos. ¡Si solo he dormido unos minutos! Pero el reloj me ha dicho que, de eso nada, monada ¡dos horas buenas roncando bajo la solana! Entonces me he acordado de Pascualita ¡¿Cómo estará ella?! ¡Como una sardina asada! Pero al llegar a la toalla no había ni rastro de la sirena... bueno, rastro sí. El que ha dejado la bolsa de rejilla camino de la orilla de la playa. ¡Se había metido en el mar!

He buceado por aquí y por allí, sin verla, además iba con los ojos cerrados buscándola al tacto. Como no me ha dado resultado, me he dado una vuelta por la playa y he cogido las primeras gafas que he visto "perdidas" He vuelto a mi rincón y he buceado de nuevo ¡eso era otra cosa! Ahora sí que veía. La bolsa estaba enganchada a un trozo de roca. Me ha costado un poco cogerla pero lo he conseguido. Al salir del agua había un tío con cara de pocos amigos, esperándome. De un tirón me ha quitado las gafas diciendo ¡ja pu...! Eso es lo que he oído.

Ahora ya sé que podremos volver juntas a la playa, una vez que compre una cadena que vaya de la bolsa de rejilla a mi muñeca ¡Que bien lo vamos a pasar!

Al llegar a casa le he contado a la abuela la idea que he tenido de la bolsa y la cadena y lo mucho que ha disfrutado Pascualita en su primer día de playa. Ya sé que he dicho mentiras, otras cosas las he omitido y otras la he exagerado con tal de no llevarme una bronca. Tan bonita me ha quedado la historia que diez minutos más tarde el rolls royce aparcaba debajo de mi casa. La abuela se ha llevado a Pascualita, la bolsa, el termo de los chinos y dice que le comprará ella la cadena en una tienda muy chic para animales... - ¡Pero yo quiero llevarla a la playa! - "No seas egoísta. Sabes que ella es mi mejor medicina para el asma, boba de Coria ¡Adeuuuu!"


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