viernes, 15 de agosto de 2014

El conejo también se subió a la mesa de la cocina cuando puse el desayuno. Me daba un poco de prevención tenerlo tan cerca después de lo que le hizo a la abuela. Pascualita aterrizó junto al zucarero y se metió de cabeza en su taza de cola cao. ¡y el conejo hizo lo mismo saltando a la mía! ¡Eh, eh, que esta es mi casa! ¿A qué vienen esas confianzas? No podía dejarme avasallar por esos dos bichos... ¡tres! Pepe, la cabeza jibarizada, cayó entre ambas tazas desde lo alto de la repisa. ¿Qué pasa aquí?... ¿Rebelión en la cocina? ¡No puedo consentirlo! Así que agarré a Pascualita por la cola y salió disparada... por la ventana. Tendré que corregir la fuerza del tiro. Al conejo lo cogí de las orejas y lo tiré al cesto de las patatas que tengo en la despensa y cerré la puerta. Y con Pepe practiqué la canasta triple pero solo conseguí que rebotara, una y otra vez, en la pared.

Pepe es el único que me da alegrías. De esa boca, reducida y cosida, nunca sale una palabra más alta que otra... ni más baja que otra, todo hay que decirlo. Al tener los ojos cosidos su mirada no resulta inquietante Cuando me pongo a imaginar cómo debió ser en vida, antes de que los jíbaros se entretuvieran con su cabeza, veo al clásico explorador inglés: rubio, de fino bigote, ojos azules, con un extraordinario humor inglés que le ayudó a pasar los malos momentos en aquella tribu aficionada a hacer llaveros con las cabezas de sus enemigos.

Dejé para otro momento la fantasía, me acerqué a la ventana, lancé la cuerda a la que se aferró Pascualita, no sin antes haberme mostrado sus dientecitos de tiburón. En ese momento el rolls royce de la abuela aparcó debajo de casa. Venía pegando voces a Geoooorge, cuyos hombros no paraban de saltar mientras se limpiaba los ojos con la manga del uniforme de chófer. - "¡¡¡Te vas a reír de tu puñetera madre, jodío!!!" - Subió a casa a una velocidad que no es normal en gente de su edad aunque yo me guardé muy bien de no comentarlo. - "¡No aguanto más! Anoche tuve que aguantar el cachondeo en El Funeral . Habían puesto un cartel enorme que decía: ¡Atacada por un conejo! Y un dibujo de un feroz conejo enseñando las uñas de Nostradamus cerniéndose sobre una mujercita asustada. ¡YO!" Luego siguió el cachondeo entre copa y copa: ¿Qué foto pondremos primero en la pared de los Finados. La tuya o la del conejo?... Fue lo último que dijo Matías antes de que le clavara en su gotoso dedo del pie, el stiletto de mi zapato de charol rojo. Estuvo llorando toda la noche" - Eso no estuvo bien, abuela. - "¿Y qué? ¿Quién le manda tener gota?"

"¿Ha venido la Cotilla? Tengo que hablarle de Andresito" - ¿Por qué? (dije asustada) - ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa! Geoooorge tiene un ataque de risa. - "Está así desde lo del conejo ¡Y Andresito! A éste no se lo perdono, Cotilla" - ¡Bien! ¿Cómo lo hacemos? ¿cuchillo, veneno, cuerda, lejía, salto al vacío... - ¡¡¡Ya vale, locas!!! ¡Voy a llamar al Municipal! - Marqué el número de la comisaría y hablé con él - ¡Ven enseguida, Bedulio. Estas dos quieren matar a mi abuelito! - ¿Cómo que cuál? A Andresito. - ¿No vas a venir? pero a ti no te harán nada. .. ¿Ya estás otra vez en tratamiento por nervios? ¡Que inoportuno!... NO, el fantasma del otro no está. ¡Ojalá!... He dicho ¡ojalá! pero no es una contraseña para que venga... Ayer hubo un ataque en casa... ¿No lo sabías? Pues un conejo atacó a la abuela... ¡No cuelgues! Sí, sí, me has entendido bien: un conejo... No es muy grande... Huy, sí, le hizo mucha sangre en una mano y como se ríe de ella... No, no, el conejo no, el abuelito... el vivo ¡Jolín, Bedulio, no te enteras de nada!... Si no vienes lo matarán... ¡al abuelito. Al conejo, no!... ¡al vivo! El otro ya murió

Acabé colgando el teléfono, agotada. - ¿No vendrá, verdad? (dijo la Cotilla satisfecha) - "Vamos a brindar con chinchón" - ¿Por qué? - "¿Por qué? jejejejejejejeje... Por nada... ¿verdad, Cotilla? jejejejeje - Val (a ver qué iba a hacer).

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