lunes, 4 de agosto de 2014

Pascualita está de uñas conmigo, supongo que por el mareo que cogió estando encerrada en la bolsa de malla de acero, pero ¿qué quería? ¿que la dejase nadar a sus anchas? Se hubiera escapado y me hubiese quedado más sola que la una. Además, tendría que aguantar luego a la abuela. Así que para contentarla le he metido un poco de chinchón al agua del jarrón chino y parece que, poco a poco, va recobrando su feo color de ahogado-grisáceo y deja de lado el mal genio.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaaa! ¿¡Que haces, loca?! - La Cotilla me ha pillado con la botella en la mano. - ¿Por qué desperdicias el chinchón? ¡Trae pacá eso! (me la arrebató de un tirón) ¿A qué viene bautizar el agua, alma de cántaro? (Y sin más preámbulos, bebió a morro hasta que se cansó)  - ¡Que horror... ¡hip!... ¡Hay dos... ¡hip!... nietas!

Deambuló por la casa dando tumbos y a punto estuvo de meterse en el jarrón chino - ¡Tengo sed... ¡hip! - En la cocina hay agua - ¡Noooooooooo. Quiero de... ¡hip! ésta que está bendecida jajajajajajaja! - Pascualita, subió a ver quién meneaba su hábitat y se encontró, cara a cara, con la Cotilla. Y se asustaron. - ¡Jopé, que bicho más feo! - La sirena dio dos saltos mortales y bajó a esconderse en el barco hundido. - ¡Llama a tu ... ¡hip! ... abuelaaaaaaaaaaaaaa! Su primer marido se me ha aparecido! - No diga tonterías... Tenga, un poco de agua. - ¡Quieres... ¡hip! envenenarmeeeeeeeeeeee! - El vecino de arriba se quejó golpeando, repetidamente, mi techo.

La visión  de la sirena la había trastornado. Estaba segura de que se le había aparecido mi primer abuelito y estaba horrorizada. Por eso no esperó a que yo llamara a la abuela. Lo hizo ella. - ¡Te digo que sí... ¡hip! ... está aquí. En ese jarrón... ¡hip!... xxxxxchiiiiiiino que tiene la boba de tu nieta! ¡Voy a llamar al exorcista! - Unos minutos después, el rolls royce aparcaba debajo de casa y la abuela entró como un huracán. - "¿Dónde está la Cotilla?" - Encendiendo velas a Jordi Pujol y a Luis Bárcenas para que intercedan por ella delante del abuelito. - "Pero si están vivos y coleando" - Explícaselo tú que a mi no me hace ningún caso ¡Y encima va a prender fuego a la casa!
- "¡Cotilla, déjate de historias!" (dijo la abuela al tiempo que lanzaba un cubo de agua al altar de los corruptos dejándolo todo echo un desastre pero apagando las velas que ya amenazaban con prender en las cortinas)

Después de llorar a moco tendido un buen rato, la Cotilla se fue calmando - ¡Has destrozado el altar de mis gurús, mala amigaaaaaaaaaaaaaa!... No nos ayudarán a neutralizar a tu maridooooooooooo. - "Mi marido no está aquí"  - ¡Lo he visto, lo he visto! Salió del jarrón chino, tan feo como siempre y con un color grisáceo-amarillento-morado aaaaaaaaayyyyyyyyyyy ¡Viene a por nosotraaaaaaaaaaas! - "Si viene, ya me encargaré yo de él" - Dile que yo no fui... que fue cosa tuya... - A la abuela se le cambió la cara ante tamaña cobardía y hasta me pareció ver como brillaba, malignamente, su colmillo - "Él sabe que fuiste tú... A mi me amaba, no lo olvides, en cambio a ti no te podía ni ver jejejejejejejeje... Los dos chorizos a los que adoras no te salvarán..." - ¡¡¡Abuela, vas a asustarla!!! - Entonces oímos un ronquido - zzzzzzzzzzzzzz - el chinchón, por fin, había echo su efecto.





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