jueves, 17 de enero de 2013

La abuela está en un ¡ay!. Ha cogido un constipado al que, por lo visto, le tiene mucho cariño porque no lo suelta... y si no es eso, es que le gusta que la sirva yo. Me tiene esclavizada a los pies de su cama en cuanto entro en casa. Al oír la puerta de empieza a darme órdenes: que si arréglame la cama. ¡Te has dejado una arruguita, ¿Quiéres que me llague?. ¡Friega los vasos del desayuno!. Hazme una sopita. Pónme la tele... ¿pero qué se ha creído? Ya le he dicho que se olvide de mí y recurra a su amiga del alma.

Ha hecho caso dos días, al tercero me ha ordenado que  haga yo la compra y la comida ¡con lo poco que le gusta lo que hago! (a mí tampoco me gusta) Finalmente he sabido el por qué. Cada vez que la Cotilla ha ido a la compra no ha cundido el dinero - "Seguro que se trae más cosas para su despensa que para la nuestra y para remate, se lleva de aquí las sobras. ¡Buen negocio está haciendo ésta!"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaa! ¿Dónde tienes la cartera? dame la lista de la compra que me voy al mercado. - "Mi nieta ha ido antes de ir al trabajo" - ¿Quéééé?... No hace falta que se moleste, si a mí no me cuesta nada ir. - "Pero me cuesta a mí" - Si no durmieras con el culo al aire, ahora estarías bien jejejeje - "¡Duermo como me da la gana!" - ¿Y esos humos?... Tal vez un poco de chinchón te calme y a mi me vendrá bien porque hace frío. - ¡"Te lo tomas en tu casa"! - ¿Qué te ha hecho la jodía de tu nieta para que estés así? - "Estoy así porque no me gusta que me roben" - ¿No me digas que también te roba? ¡Menuda pieza! ¡Vaya cruz tienes con ella!... A ver, ¿qué hago hoy de comer? - "Ya está todo echo" - ¿Lo ha hecho ella? Quiéres que te ingresen en urgencias o, peor aún, que te pongan en la pared de los Finados en el Funeral? ¡Pero si no sabe freír un huevo! Que pena... con lo que me gustaba ayudarte. - "No me cabe la menor duda"

A mediodía encontré a las dos amigas muy calladas aunque, a medida que comíamos, la Cotilla empezó a meterse conmigo sin que yo supiese a santo de qué. - No te sientes al lado de mi bolso que no me fío ni un pelo de ti. - ¡Vaya! quien fue a hablar. - ¿No te da vergüenza hacerle esto a tú abuela? - ¿Hacerle, qué?

La cosa siguió así  hasta los postres. Entonces la abuela fue a la cocina, al volver, la Cotilla se disponía a beber un vaso de agua. Siempre remata las comidas así. Los reflejos de mi abuela, a pesar del constipado, están afinadísimos y no le costó nada meter, de sopetón, a Pascualita dentro del vaso, justo cuando su amiga iba a empezar a beber. A la sirena no le sentó bien que la tiraran y menos encontrarse tan estrecha, así que se enfadó contra lo que tenía más cerca: el morro de la Cotilla. Clavó sus dientes con rabia y no nos quedó más remedio que tirar de ella para separarla, mientras la mujer daba saltos y aspavientos, gritaba,  lloraba, moqueaba y sangraba abundantemente. ¡No quiso ni chinchón! Salió corriendo para su casa aunque creo que le dio tiempo a escuchar de la abuela -"¡Los espíritus de ésta casa son muy vengativos, Cotilla!"

No hay comentarios:

Publicar un comentario