sábado, 1 de octubre de 2016

A cinco euros el desplazamiento.

De vuelta a la vida real no puedo abstraerme del oficio aprendido en el Antiguo Egipto y me he ofrecido para mover piedras gordas, muebles pesados, etc. Un vecino me ha contratado para desplazar el rolls royce de la abuela cada vez que aparque en la parada del bus y obstruya el tráfico. A cinco euros el desplazamiento. No es mucho pero, tal como está el patio, no he dicho que no.

La que no se lo ha tomado bien es la abuela. - "¡No lo permitiré! Un rolls royce es una carruaje aristocrático. Imprime carácter a quién lo tiene ¡y no dejaré que poses en él tus manos de uñas roídas! ¿No te da vergüenza comerte las uñas a tu edad? ¡Cómo vas a encontrar novio así! ¡¡¡NUNCA TENDRE UN BIZNIETO!!!"

No sé qué me pasa con ésta mujer. Empezamos hablando de cualquier cosa y acaba sacando el biznieto a relucir.

Ese mismo día vino a casa y aparcó, como siempre, en la parada del bus. Inmediatamente el vecino me llamó para decirme que tenía trabajo. ¡Bajé corriendo las escaleras! Me iba a ganar cinco euritos en un visto y no visto.

Al llegar a la calle me sorprendió ver a tanta gente con los móviles en alto. Y sobretodo, a las televisiones locales y nacionales, periodistas radiofónicos y de los diarios. - Debe estar por aquí Pedro Sánchez (pensé) - Y sin darle más importancia a tamaña espectación, me acerqué al rolls donde Geooorge y la abuela se habían atrincherado y les pedí que salieran. - "¡Anda y que te ondulen con la permanen, boba de Coria!" - No me quedó otra que apoyar el lomo al coche y empujar como me había enseñado el capatáz egipcio.

Al instante los cientos de móviles y las cámaras de televisión, grabaron la escena. Como si de un cochecito de hojalata se tratara, el poderoso rolls royce fue desplazado y colocado donde no estorbara, a pesar de los bolsazos que me daba la abuela por la ventanilla.

Me aplaudieron a rabiar. Firmé cientos de autógrafos. Me convertí en carne de programas televisivos de higadillos y demás vísceras... Hasta en el Hola me sacaron, aunque primero tuve que hacerme la manicura.

La vida me cambió por completo y me hice inmensamente rica porque me llovían las peticiones para mover moles. Era feliz... hasta que la abuela me despertó en plena siesta. - "¡Deja de empujar el sofá que no puedo descansar!" - Pascualita estaba en el suelo tratando de mover la mesa del televisor. Me hizo el signo OK. ¡Vaya, por una vez, me entendía!

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