martes, 2 de mayo de 2017

Relación imposible.

Estoy de capa caída. Para una vez que alguien que me hace caso, no por mi condición de futura dueña de la Torre del Paseo Marítimo, sino por mis virtudes naturales, mi familia me pide que lo repudie. Ya sé que Pepe no es mucha cosa. Es sencillito, paticorto, calladito, pero eso es bueno, nunca discutiremos porque no da pie a ello (ni tiene). Ni me impondrá sus ideas porque, con meterlo en un cajón asunto resuelto.

No sabía que tenía una abuela racista. ¡Ella que antes de ser rica fue una proletaria que comprendía a de los currantes de a pie, fuesen de dónde fuesen! Si era más de izquierdas que la Pasionaria.... Que cierto es el refrán que dice que por el dinero salta el perro. ¿Y ahora qué hago? ¿Tendré que seguir buscando candidato a padre del biznieto de la abuela? con lo cansado y difícil que es esto. Con Pepe no tengo que salir a la calle, ni arreglarme si no tengo ganas porque me conoce y me quiere tal como soy. Incluso con la bata de boatiné de los años 70 de la abuela.

¿Qué pensará Pepe de todo esto?... Tendré que comentárselo para que no se siga haciendo ilusiones, pobre. Y el caso es que es un buen partido porque los gastos serían nulos: ¿qué vamos al cine? lo meto en el bolso y solo pago mi entrada. ¿Nos sentamos en una cafetería? pues solo tengo que pedir para mí. Ya lo dice el refrán: con dos que se quieran con un que coma, basta. Y así todo: cero gasto en zapatos, pantalones, jerseys o camisetas, etc. ¡Nada, ni un euro! Ni en visitas al oculista, al callista... bueno, al peluquero sí porque lleva unas mini greñas que le restan atractivo ¡Caray, si todos son ventajas!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaa! Te he estado escuchado y no puedo creerme que hayas encontrado un mirlo blanco - Solo faltaría que fuera un pájaro ¡La abuela pondría el grito en el cielo! - Es una metáfora, boba de Coria. - Es que el disgusto no me deja ver el bosque... - ¡Los árboles! Que cruz tiene tu abuela contigo. ¿Quién es esa joyita? - Pepe. - ¡¿Otra vez con eso?! Tíralo a la basura de una vez ¡Si no lo quiso ni el señor Li! - Cotilla, no hable así delante de él, que está en la estantería.

- Esto es para mear y no echar gota (dijo mientras se dirigía, a saltitos, al cuarto de baño) Estas cosas me sueltan la vejiga.

Cogí a Pepe. Tenía que explicarle que lo nuestro era imposible. En el comedor sonó un ¡CHOFFFF! Pascualita estaba harta de estar sola. Me acerqué al acuario para hablar con ella - Imagínate que fuera el hechicero de una tribu cuando estaba entero ¿Crees que podría echarnos una maldición? - La sirena levantó un brazo e hizo la señal de OK con sus deditos - ¡NOOOOOOOO, Pascualita. Eso no sería bueno! Pobre abuela - ¿Ha venido tu abuela? - La voz de la Cotilla me asustó y, siguiendo la costumbre de tirar a la sirena al acuario cuando ella llegaba, hice lo mismo ahora, pero tiré a Pepe. Flotó un segundo y luego se hundió. Entonces vi, horrorizada, como Pascualita bajaba tras él como una exhalación mientras sacaba la dentadura de tiburón a pasear. 

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