martes, 29 de agosto de 2017

¿Tengo otra habitación?

He intentado coger los palillos chinos del interior del acuario pero la sirena no me ha dejado. He desistido porque no quiero quedarme sin dedos y esperaré a que duerma la siesta... ¡Se los ha comido la muy jodía! ¿cómo monto yo mi negocio de hacer agujeros al pitorro de los botijos? Quedaré en la indigencia como la Cotilla porque, aunque trabajo, me cuesta mucho llegar a fin de mes. Soy una asalariada pobre ¡teniendo una abuela rica!

Estas cosas me sacan de quicio. ¿Por qué no puedo encontrar un novio riquísimo como le pasó a la abuela? He pensado muy seriamente en echarle el guante al Médico, el hijo de Andresito. Pero ya no va  ser posible porque se marchó como cooperante a Africa, donde se ha tirado un año entero y ha vuelto ¡con novio! Un watusi que la gente se gira para verlo cuando va por la calle. ¡Madre mía! Pediré una hipoteca al banco para pagarme un viaje a su poblado africano, a ver si me traigo a su hermano...

Estaba tan furiosa por lo que me había pasado que iba de acá para allá dando patadas a las puertas, cerrandolas de un portazo, o abriéndolas de golpe, la cuestión era hacer ruído y desfogarme... De repente me he dado cuenta de que he abierto una puerta de más... ¿Ya estaba aquí cuando compré el piso hace veinte años?

Era la puerta de una habitación en la que todos los muebles me eran ajenos. - Huy, huy, huy... Tengo un estrés como un camello. Veo visiones. Y no solo las veo sino que las toco. Siempre pensé que mi casa tenía dos habitaciones y ya no indagué más. Y ahora resulta que tenía tres. ¡Menudo despiste el mío! La culpa es de la abuela que, con su afán por tener un biznieto, me tiene obsesionada y nunca se me ha ocurrido buscar la tercera habitación...

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! - La Cotilla me venía de perlas. - Llega usted a tiempo. Tráigame, por favor, las zapatillas que están en ese cuarto. - La vecina siguió la dirección de mi mano. - ¿No me has esperado? No es bueno beber sola tan temprano.

Después de una hora de discusión, de mirar planos, escritura, tocar con las manos la pared lisa donde yo antes vi una puerta, e incluso, abrí, empecé a sospechar que la mente me había gastado una broma pesada.  Viéndome temblar, la Cotilla se apiadó de mi - Toma un chinchón, a ver si espabilas, boba de Coria. - Le hice caso y me bebí unos cuantos. Un chirrido llamó mi atención. La puerta del cuarto se abrió y una mano enguantada colocó las zapatillas fuera. Luego, la puerta se cerró.

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