viernes, 24 de noviembre de 2017

La venganza de la abuela.

La Cotilla  está muy enfadada conmigo porque llamé a la televisión local cuando estaba colgada del árbol y la han sacado echa un adefesio ¿Y cómo quieren que la saquen si lo es?

Por otro lado, la abuela también está enfadadísima conmigo porque no la llamé para que viera el "espectáculo" - "Hubiese salido en pantalla con mi nuevo vestido minifaldero negro, de lentejuelas y plumas rojas en los bajos... que no son bajos sino altos por lo corta que es la falda" - Perdona pero me lo pasé tan bien que no me acordé de llamarte... - "¡Que cruz tengo contigo!"

La noticia del árbol ha tenido tanto éxito que a los de la tele les han pedido el vídeo para el Club de la Comedia. Es todo un poema ver a la Cotilla y a la otra mujer poniéndose a parir mientras siguen regateando el precio de los cocodrilos e intentan agredirse a patadas... hasta que se rompe la rama y caen. La "borrica" tiene tiempo de agarrarse a unas ramas más bajas, en cambio la Cotilla va a parar a los brazos de... ¡Bedulio! Su cara es un poema mientras ella pugna por darle un morreo de los que hacen época.

La abuela es una rencorosa y tardará en perdonarme que su amiga se llevara todo el protagonismo en televisión, primero regional y ahora estatal. Por eso me ha llamado - "Nena, estoy comiendo chocolate con churros en el Paseo des Born ¡riquísimos!" - ¿Vas a traerme unos cuantos? - "¡Ni lo sueñes, traidora!"

Esta mañana ha mandado a Geoooorge con una bandeja de ensaimadas recién hechas, que olían a gloria bendita,... para que las oliera. - Madame decir que yo diga a you: Tu oler pero no catar. - ¡Dame una por lo menos! - Madame decir que si yo dar a ti, ella capar a mi.

A mediodía me ha llamado de nuevo. -  "Estoy en el Paseo Marítimo con Andresito y vamos a comer una paella de marisco frente al mar... ¿Quiéres?" - ¡Claro! - "Pues ven"

Me arreglé en un santiamén. cogí el autobús al vuelo y en un cuarto de hora me presenté en el restaurante. - ¡Ya estoy aquí! gracias, abuela, pensé que no me perdonarías nunca. - "Exacto. No te perdonaré... de momento" - Y ordenó al camarero. - "Dígale cuál es su mesa" - Andresito parecía avergonzado y yo estaba perpleja.

La mesa elegida estaba en una corriente de aire que me llevaba el aroma de la paella. De cuando en cuando, la abuela me enseñaba una cigala poniendo los ojos en blanco. - "¿A qué está rica?"

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