martes, 24 de abril de 2018

Menuda cabeza tiene la nieta.

La abuela está muy decepcionada con parte de su familia, Andresito y yo. Somos los únicos que no recordamos su nombre ¡Hasta la bisbuelastra lo sabe! y eso que, según mis cuentas, va por los ciento diez años.

También lo recuerdan sus amigos y amigas de El Funeral, a pesar de las cogorzas que cogen y los años que tienen y el reducido poder adquisitivo de sus pensiones. La abuela protege a su marido de ella misma. Le achaca la falta de memoria a los disgustos que se lleva con su partido político y trata el fallo de simple pecado venial En cambio, de mi dice que estoy en pecado mortal. - "¡No tienes excusa para olvidar el nombre de tu única abuela" - ¡Yo también tengo problemas y disgustos!

Pero no la convenzo. Esta mañana he invitado a la Cotilla a chinchones pero no se le ha soltado la lengua. Por último he recurrido a Pascualita. La llevaba en la mano y me he echo la encontradiza con la Cotilla cuando ésta salía del baño. Estampé a la sirena contra una oreja de la vecina y un segundo después empezó a hincharse y crecer de manera exagerada.

Cuando conseguí arrancar a Pascualita, después de correr al rededor de la mesa del comedor tras la Cotilla, que no dejaba de saltar, llorar, gritar, moquear y escandalizar, el bicho llevaba en la boca uno de los pendientes de la vecina y masticaba con deleite el trocito de carne que lo rodeaba.

Poco después, tumbada por el chinchón, se acabó una botella nueva, se durmió y así sigue. Y sin decir ni pío sobre el nombre de la abuela. Llamaron a la puerta.

Bedulio entró en casa con precaución. - Dicen las vecinas que has matado a alguien. - No les hagas caso. Ya sabes lo exageradas que son. Por cierto ¿recuerdas cómo se llama la abuela? - ¡Claro! - ... Bueno... ¿cómo se llama? - Ya sabes tú como se llama ¡No me hagas perder tiempo!

Estaba metida en un buen lío. La abuela no piensa hablarme hasta que la llame por su nombre. Pensé que solo me quedaba una baza: Geoooorge ¡él me sacará del aprieto!

Le llamé por teléfono: - Hola, inglés. Si estás cerca de mi casa, ven y te invito a un te. - Pero hacerlou yo. - ¿Por qué? - Tu no saber. - (Que ganas tengo de que llegue el Brexit!, pensé para mi)

Nos sentamos a la mesa de la cocina. - ¿Sabes sí mi abuela...? huy, perdón, tengo que acostumbrarme a decir su nombre. - Yes. - El caso es que, ahora mismo... ay, no me sale... ¡Será posible! Refréscame la memoria, plis. - Como decir Cotillau ¡ajo and agua! - Le tiré el salero a la cabeza e hice diana. - ¡¡¡SIIIIIIIIIIIIII (grité entusiasmada) ¡Chúpate esa, inglés! Ya verás cuando se lo cuente a Oristela, ¡lo que nos vamos a reir! - Entonces me di cuenta que había mencionado el dichoso nombre pero... se me había ido de la cabeza - ¡¡¡NOOOOOO!!! ¿COMO ERA...? ¡¡¡NO PUEDO ACORDARME. NO PUEDOOOOOOOO!!!

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