martes, 24 de junio de 2014

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaaaa! - Pronto empezamos, Cotilla ¡Aún es de noche! - ¡Es la noche de San Juan! Hoy no se duerme... - ¡Y con usted por en medio, menos! ¡Largo de aquí! - Le he puesto una denuncia a tu abuela. - ¿Por qué aún no se ha divorciado de Andresito? - ¡Vaya, eso se me ha olvidado! - Encendí la luz y me encontré con un espectáculo apocalíptico: la vecina parecía venir de la guerra. Tenía arañazos, golpes, el labio partido, un ojo como un colchón. Los pelos como se la hubiese peinado una loca, la ropa echa jirones y quemaduras  por todo.

- ¿Esto se lo ha echo mi abuela? - Todo... no. - Menos mal. - En el Parc de la Mar había demonios echando chispas, entonces vi al Ángel Caído que estaba como un tren y me agarré a él como una lapa. Ya lo dice Serrat: en la noche de San Juan todos comparten su pan, su aventura y su gabán... - ¿El demonio tenía algo de eso? - Estas cosas no hay que tomarlas al pie de la letra sino interpretarlas. - ¿Y qué hizo el pobre Lucifer? - Poco podía hacer conmigo en la chepa salvo echar chispas sobre mi. Sé que era una demostración de amor satánico pero tanta quemadura acabó cansándome y me fui a la playa.

- ¿A cenar? - No era mi intención pero vi una tortilla de patata "abandonada" junto a una bolsa y no iba a dejarla allí. Mientras me la comía vi que la gente estaba muy nerviosa y acabaron pegándose con los vecinos. Si era por la tortilla valía la pena, te lo digo yo, porque tiraba a seca. Le faltaban huevos. - ¿Y qué pasa con mi abuela? - La vi más tarde, después de haberme bañado en el mar tal como mi madre me trajo al mundo. - ¡Menos mal que era de noche! - Sí, fue una pena. Hubo un grupo que me persiguió tirándome latas de cerveza y una, que estaba llena, me dio en la boca. Me partió el labio y caí al suelo. - Que mala pata. - Tampoco es eso. A medida que fue oscureciendo pude dedicarme a "limpiar" carteras... No me mires así. Ahora podré llegar a fin de mes.

- ¿Y qué pasó con la abuela? - Estaba con el grupo de El Funeral. A la luz de una fogata, bebiendo a morro, bailando con la música de Paquito Chocolatero que Conchi lleva en su móvil y morreándose unos con otros y otras. Algunas dentaduras quedaron trabadas entre sí. La reconocí por el termo que llevaba colgado (¡Pascualita! pensé. Ni me había dado cuenta de que no estaba) Pensé que allí llevaba su medicina, la del hongo... - ¿Qué hongo? - El que metió en un vaso el otro día y tenía una pinta asquerosa. Le pedí un poco porque estaba mareada y la jodía me dio chinchón - ¿A qué no se lo tomó? - ¡Claro que sí! Pero yo quería hongo e intenté arrancarle el termo de los chinos ¿Y sabes qué hizo? ¡Me empujó y caí al mar.  Mientras intentaba levantarme, me tiró el hongo a la cabeza ¡y mira, casi me deja pelona! Sabía que era un ser vivo pero no que pudiera hacer algo así...

Ya no la escuchaba ¿Dónde estaría ahora Pascualita? Si la abuela la tiró al mar... habrá vuelto a su hábitat ¡NO LA VERÉ NUNCA MÁS! - ¿Me das más chinchón? - ¡Coja la botella! (le grité mientras marcaba el teléfono de la abuela) - "Di... digaaaaaaaaaaaaaaa... ¡zzzzzzzzzz!" - ¡¿Dónde está P A S C U A L I T A?!

No hay comentarios:

Publicar un comentario