martes, 17 de septiembre de 2024

¡Ya era hora!

Desde la cama escuché el alboroto que formaban los gorriones del árbol de la calle y el bocazas cantando a pleno pulmón arbóreo, El brindis de la Traviata.

No me quedó más remedio que levantarme e ir a poner orden. Me chocó ver a todos los personajes de casa arremolinados ante la Cristalera que no paraba de quejarse: - ¡Quitad las manos del cristal! ¡Me estáis poniendo perdida! ¿No habéis visto nunca un pájaro, atontaos?

Los comensales de la Santa Cena se daban codazos para quedarse con el mejor trozo del cuadro para ver bien la copa del árbol donde se brindaba con champan.

De la cocina llegaba el OOOOOOOOOOOOOOO de Pepe el jibarizado clamado para que alguien lo llevara hasta el árbol. Como no se me caen los anillos, fui a buscarlo y tanto él como Pascualita se quedaron conmigo. Y mientras yo trataba de saber a qué venía tanta escandalera, ellos dos no paraban de repetirme: - ¡Ha llegado una pajarita nueva. Otra diamante! El diamante soltero está loco de alegría y parece que ella también... - Pero como no los entiendo y mi primer abuelito debe estar probándose sudarios de entretiempo, la sirena y el llavero acabaron enfadados conmigo.

Los dioses de los pajaritos diamantes han escuchado los lamentos del macho que cada mañana casi desde que salió del cascarón, clamaba por tener una compañera ¡Ya era hora que se quitaran los tapones de las orejas los dioses, cooooñe!

Las COFRE, recostadas en la pared del balcón iban a lo suyo - A éstos habrá que verlos dentro de un mes, cuando la rutina ponga las cosas en su sitio. ¡¿Va a durar mucho éste paripé?! ¡Vayan desfilando, que tenemos que barrer y fregar el balcón y aún no hemos desayunado!

 

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