martes, 20 de junio de 2023

Ay, que sudores.

Arrastrando los pies y dejando detrás de mi un reguero de sudor, he llegado hasta la tienda de los chinos del señor Li en busca de un ventilador que me consuele del bochorno que hace en Palma. 

Y todo es por culpa del desierto del Sahára que le da por enviar toneladas de arena hacia Europa como si mandara a sus hijos de colonias escolares: - Niños, aprovechad el tiempo y luego me contáis lo que hayáis visto (les recomienda y ellos, obedientes, se quedan ensimismados mirando cualquier cosa que les llame la atención sin pensar que su calor nos ¡ahooooogaAAAAA!)

El señor Li ha sacado un abanico enorme de las profundidades de su almacén. - Este abanico sel muy bueno pala ti que tenel casa pequeñita jijijiji. Tu abanical a delecha e izquielda dos veces y tu casa palecelá el Polo Nolte.

- Tu no complal ventiladol, sel calo y gastal luz. - Además me hizo un buen precio (eso dijo) y aunque el abanico olía a naftalina que echaba para atrás, me lo llevé.

Al llegar a casa lo he probado y ahora estoy reventada ¡como es tan grande pesa lo suyo! Pero ventilar, ventila. No se ve ninguna bola de polvo a la redonda porque han salido volando! igual que los comensales de la Santa Cena. Solo ha quedado en el cuadro el que se ha sujetado más fuerte al marco. 

Pascualita, que se estaba asomando al borde de la pila de lavar, ha volado como un canario hasta lo alto de la lámpara del comedor donde ha chocado contra mi primer abuelito que aparecía en ese momento envuelto en un sudario rompedor de Oscar de la Renta.

Ahora--- ¡hip!... repongo fuerzas con unos chiiiiinchones... ¡hip!...  on the rocks tomados con ... ¡hip! ... cañita...

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