jueves, 15 de junio de 2023

Las cosas del Adiós.

 El rolls royce de los abuelitos ha aparcado donde más molesta, como siempre:  en la parada del bus y claro, se ha formado el clásico concierto de pitos y anatemas como letra de acompañamiento.

Andresito, la abuela y Geoooorge el mayordomo se apearon del coche sin inmutarse y entraron en casa. Los abuelitos lucían como si fueran a recibir un Oscar ¡Espectaculares! Ella llevaba un tocado de plumas de marabú tan alto que rozó los bajos del sudario modernista, bordado con hilos de mil colores, que llevaba puesto mi primer abuelito situado sobre la lámpara del comedor. - ¿Quién es éste adefesio, nena? (dijo en un despiste) - ¡La abuela, hombre! Menos mal que no te oye.

Mi primer abuelito se hacía cruces: - ¿Va a salir así a la calle? - ¡No lo dudes!

En ese mismo instante la abuela me contaba el por qué de todo aquello. - "Esta tarde colgaremos la foto de Vladimiro en la Pared de los Finados de El Funeral. Le encantaba el cine americano y el glamour de Hollywood. Su viuda flipa con éste homenaje." - ¿No vas muy estilo Años veinte? - ¡Naturaca, boba de Coria! Justo estamos en esa época pero cien años más tarde. El hombre hasta ha sabido morirse"

Cuando daba media vuelta para marcharse Pascualita me dedicó una de sus horribles sonrisas desde el broche de la abuela: - ¡¿Te la llevas?! - "Para que aprenda cómo se hacen las cosas del Adiós y lo ponga en práctica cuando vuelta a su hábitat"

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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