sábado, 17 de junio de 2023

Se siente el verano.

 Nada, que sigue el árbol de la calle practicando el nudismo, como el resto de sus familiares. Y les envidio porque hace calor. 

Mi primer abuelito, que siempre está a la que salta, dice que no tengo porque pasar envidia: - ¡Desnúdate, nena y disfruta de sentir en tu cuerpo el sol y la brisa marina de ésta isla! - No puedo, Bedulio me multaría. - Lo dudo. Amenázale con mi presencia en su casa a la hora de dormir ¡JAJAJAJAJAJA!

Reímos de muy buena gana porque el pobre Municipal le tiene pavor a los espíritus. 

Pascualita se asomó al borde de su pila de lavar del comedor, notó el soplo del calor y se zambulló de nuevo hasta el barco hundido. Tiré media bolsa de cubitos de hielo para refrescar el agua y me lo agradeció dando saltos mortales con doble tirabuzón dejando el suelo lleno de charcos. Con éste bicho hay que tener siempre una fregona cerca.

Desde que se me revolucionó la fregona porque, según ella, trabajaba mucho y no le compensaba, tengo dos. Y procuro alternarlas para que no se deslomen ¿? Además debo decirles lo agradecida que estoy a ambas por no tener que fregar de rodillas. Son muy suspicaces. El cubo dice que las mimo mucho ¡otro que tal baila!

Hoy, para merendar, me apetece un bocadillo de sardinas en aceite pero no me atrevo. Y así estoy desde hace once años, por si en la lata aparece otra sirena ¡No, por favor!

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