viernes, 30 de junio de 2023

La Cotilla cambia de gurú.

 Sonó el teléfono. Era el marido de la abuela, Andresito, y parecía preocupado. - Desde que ha llegado de tu casa mi mujer no para quieta. ¿Qué le has hecho, nena? - Darle buenos consejos pero no los siguió. - Está muy nerviosa y tiene un humor de perros. ¿Seguro que no le has hecho nada?

- En el mercado de Pere Garau le tocaron la cartera... - ¡¿Le robaron?! - He dicho "tocaron" y no le gustó. Dile que te lo cuente y verás que risa.

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! Anda lo que pasó ayer en el mercado ¡Y me lo he perdido! Por lo visto alguien se lió con el mostrador del marisco... - Fue muy fuerte ¡pa mear y no echar gota! - ¿Estuviste? ¿Lo viste? - Sí, claro... bueno, tampoco es que estuviera en primera fila... - La Cotilla se crecía. - Si llego a estar allí hoy comeríamos langosta... ¿Tú cogiste algo? No sé para qué pregunto. Con solo verte la cara ya sé que no. - Es que, cuando llegué, ya había pasado todo... - ¡Que torpe eres, boba de Coria! Anda, vamos a abrir una lata de albóndigas con tomate para comer hoy. - Caducó ayer... - ¿Y?

Cuando desperté de la siesta, la Cotilla montaba un altar en la salita con tropecientas mil velas, velitas y velones aunque, ésta vez no había foto de su gurú sino de una hermosa centolla. - ¿Y ésto? (pregunté inocentemente) - Nos será más útil dedicarle el altar de los Amigos de lo Ajeno a éstos bichos que al gurú que, al fin y al cabo, no me ha repartido ni un euro de lo que dicen que se llevó. - Vale, pero las velas no se encienden

No hay comentarios:

Publicar un comentario