viernes, 3 de mayo de 2024

El juego.

 Aprovechando que la Primavera está como una cabra montesa, jugamos a ver quién adivinaba el tiempo que hará por la mañana, por la tarde y por la noche. Las bolas de polvo están entusiasmadas porque dicen que, al vivir ellas muy pegadas al suelo, notan antes los cambios. 

Los comensales de la Santa Cena se han quejado porque, al estar metidos en un cuadro, no tocan con los pies en el suelo. - ¡Ah, se sienteeee! - Se mofan las bolas de polvo entre risas y gritos. Yo también reía porque también camino pisando suelo. 

Mi primer abuelito, envuelto en un sudario de seda negra lleno de pitos y tarjetas rojas , ha aparecido en plan árbitro para poner un poco de cordura al juego. - ¡Jolín, abuelito, que sosaina eres! - Todos tendréis las mismas oportunidades y será un juego limpio. - Pues, vaya rollo...

Algunos personajes prefirieron más mirar que participar como, por ejemplo, la Cristalera. - Es que, si hay preguntas, me pongo muuuuuy nerviooooosssssssa. - El primero que se apuntó fue Pepe el jibarizado y se pasó todo el rato impostando la voz que NO tiene. Pero... ¿de dónde la sacará el jodío?

Menudo guirigay se montó en casa:  ¡¡¡Nublado!!! ¡¡¡Sol! ¡Granizo!!! ¡¡¡OOOOOOOOOO!!!¡¡¡ Vientos huracanados!... ¡¡¡Maremoto!!!

Las bolas de polvo ganaban de calle. Incluso parecían multiplicarse y Pascualita no lo pudo soportar.

De pronto, saltó sobre ellas zampándoselas a todas, impulsada por la envidia cochina y el mal perder... Ahora estamos en la salita la sirena y yo comiendo ensaimadas y unas copitas de chinchón... y me digo mientras se me cierran los ojos: ¡que bien se vive en Mallorca!

 

 

 

 

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