Mi primer abuelito apareció sobre la lámpara del comedor estrenando ¡como no! un nuevo sudario de alta costura. - Estás de toma pan y moja (le dije) - Es un sudario de entretiempo. Reversible. Por un lado es de invierno, con borrascas tormentosas. Y por el otro lado tiene anticiclones y cremas antisolares para el verano.
La Cristalera gritó a dos voces:- ¡Queremos uno! No sabéis lo que es estar siempre expuestas a los elementos... - ¡Una más que otra, guapa! (se quejó la cara exterior) - Y para no perder la costumbre, se enzarzaron en su eterna discusión.
- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Así que estás en busca y captura, nena? - ¡¿Perdonemuá, Cotilla?! - No quieras disimular hablando en francés porque he visto los carteles, con tu careto, pegados en las paredes. En el tronco del árbol de aquí abajo hay uno. - ¡No me gustan éstas bromas! - A tu abuela tampoco le gustarán ¡Que deshonra para la familia! ¡Ja! te quedarás sin la Torre del Paseo Marítimo.
Bajé las escaleras saltando los escalones de cuatro en cuatro y sí, el árbol de la calle "lucía" un pasquín con lo que, se suponía, era mi cara. Menudo berrinche cogí. - ¿Quién habrá sido el "artista" ¡Hay para colgarlo de los pulgares!
Los vecinos, arremolinados junto al árbol, daban, gratis, sus opiniones: - Pues estás mejor que al natural... - Por lo menos no se te oye. - ¿Y qué querías, un Velázquez? - Que suerte tienen algunas... - ¡Quiá! Ha pagado para que empapelen la ciudad con su jeta. Lo sé de buena tinta...
Solo entonces leí: - "Se busca. Repartidora, profesional, de capones. ¡Ojo con ella! Se gratificará.
- ¡No dice de cuánto será la gratificación! - ¡Eso es un cuento chino! - ¡Por ahí viene el señor Li.! - ¿No decil cuanto pagal? ... Sí, sel cuento chino.
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