miércoles, 15 de mayo de 2024

La casa de Saber... ¿qué?

La abuela me llamó: - "¿Hablas sola? ¿Discutes sola? ¿Tu crees que así vas a encontrar a quien quiera hacerte a mi bisnieto? ¿Por qué me lo pones tan difícil?" - ¡La Cotilla tiene mucha imaginación cuando lleva dos copas de chinchón en el estómago, abuela! - "No busques excusas. ¿También es tener imaginación decir que tienes la casa llena de espíritus imperiales" - Ah, eso... Lo dijo tu ex marido.  "¡Ni me lo nombres!"

Durante un buen rato aguanté el chaparrón de críticas hasta que, la cantinela de la abuela se transformó en una nana y dormí como un ceporro varias horas.

Al despertar seguía dando la vara cuando mi primer abuelito, deslumbrante con un sudario repleto de coronas reales que giraban a su alrededor, apareció en el cuadro de la Santa Cena. - ¿Otra vez con esta tropa? (pregunté con un puntito de celos en la voz) - He venido a charlar con ellos y decirles que tendrán que dejar, de una vez, los sayones que visten desde siempre. 

- ¡Ah, sí...? - ¡Claro! Esta casa será un Centro del Saber ... - ¿Qué hay que saber? - Los Reyes y Emperadores de antaño, con el Faraón a la cabeza, expondrán los temas y... - ¿Me estás diciendo que vendrá Carlomagno con el genio que tiene la escoba? - ¿Qué tiene que ver la gimnasia con la magnesia, nena? 

En ese momento Pascualita lanzó una dentellada al aire y clavó los dientes en las patas de atrás de una mosca despistada.

Poco después aquellas dos patitas eran unas enormes y rollizas patas que, ganas me daban de hacerlas al horno con cebollas y bien regada con coñac.

Era una extraña figura. Y al hacerle una foto, ¡PAFF! la máquina ... se rompió.

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