miércoles, 20 de febrero de 2019

Frente común de la Cotilla y la nieta.

La señorita Nicotina sigue haciendo su campaña electoral: ¡Vótame de nuevo y vivirás feliz! pero la bisabuelastra tomó su decisión y dijo que nones. Que se cambia de Partido como Rivera de chaqueta.

King kong se le ha subido a la espalda y deja caer todo su peso muerto sobre la obre Momia. Menos mal que los cubanitos culito-respingones le alegran el día con sus ritmos sabrosones.

Andresito es quién nos preocupa porque, desde que su madre le habló de los vicios que le son permitidos, ha contratado un detective privado que se ha instalado en la Torre del Paseo Marítimo para que le tenga informado, al minuto, de las andanzas erótico-festivas de la Momia.

A mi no me gusta este tío. Desde el primer momento, lo he mirado como un candidato potencial a ser el principal beneficiado en el testamento del abuelito y quedarse con la Torre. Tiene mucha labia el vergante y le regalará el oído a Andresito hasta metérselo en el bolsillo.

Lo he comentado con la Cotilla y vamos a hacer un frente común contra él. Para empezar, una de las veces que la Nicotina a aflojado su garra contra la bisabuelastra, he informado a ésta que está siendo espiada por orden de su hijo. - ¿Conozco al detective, nena? - El señor que entra, cada dos por tres, en tu habitación con los pretextos más tontos. - Ah, ¿ese soso?... Acércame el teléfono. - Poco después el banco recibía la orden de no pagar la factura del detective. - ¡¡¡Bien, bisabuelastra!!!

La Cotilla se acercó por la Torre del Paseo Marítimo a la hora de comer: - ¡Humm, que bien huele su sopa de guisantes, Geooorge. Y sus guisantes con zanahorias al vapor, hummmmm! - ¡Oh, ser muy amableu. You quedar a comer!

En la mesa estábamos los abuelitos, el detective, la Cotilla, Geooooorge y yo. Para agradecer al mayordomo el detalle de invitarla, la Cotilla se levantó de la mesa en lugar de hacerlo el inglés: - ¡No se mueva, hombre, faltaría más. Coma tranquilo que yo me encargo de quitar y poner platos y bandejas! - Más tarde, mientras tomábamos el café, el detective se dio cuenta de que le faltaba la cartera y que, en un bolsillo de su chaqueta había un huevo Favergé, que él no había cogido.

Mientras miraba por todo donde se le podría haber caido la cartera, la Cotilla y yo a duras penas aguantábamos la risa viendo la cara de panoli del detective. Finalmente no le quedó otra que preguntar si alguien había visto su cartera. - Se me habrá caído pero no sé dónde...

Todos nos pusimos a buscar bajo las sillas, los sofás, los muebles. De repente la abuela dijo: - "¿Has  buscado en el cuarto de la Momia, detective? Lo frecuentas tanto..." - Andresito y el detective se sonrojaron hasta la raíz del pelo. Aproveché su desconcierto para lanzarle a Pascualita. La sirena clavó sus dientes en el culo del cotillo que, de inmediato, empezó a tomar un tamaño descomunal. Mientras el hombre gritaba a pleno pulmón: - ¡¡¡MI CULO, MI CULOOOOO!!! - El abuelito, a su vez, gritó: - ¡¡¡MI HUEVO, MI HUEVOOOOO!!! - en referencia al de Favergé "desaparecido". Y la abuela, asustada, no se quedó atrás y mirando a su marido gritó: - ¡¡¡OTRA VEZ NOOOO!!!





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