lunes, 11 de febrero de 2019

La Pared de los Finados.

El abuelito tiene una depresión como un castillo. Que delicadito es el pobre. Ya se deprimió cuando la abuela no le dejó salir a la calle con el traje rojigualda, aunque la puntilla se la dio la tele cuando vio las calvas de gente que había en la plaza de la manifestación. ¡No se llenó de bote en bote!

Aunque creo que también, es debido a la incomodidad que le produce la hinchazón de sus partes blandas. ¡Está para una foto! jajajajajajajaja. Pascualita, metida en mi escote, y yo, no podemos dejar de mirarlo y mientras me parto de risa, ella no para de hacer la señal de OK con sus deditos palmeados. ¡Está orgullosa de su obra!

La abuela dice que tengamos un poco de compasión mientras se le caen unas lágrimas como puños de aguantarse la risa. Ha venido a verlo para llevárselo a El Funeral. Pero él no estaba por la labor. - "¿Te vas a perder la fiesta en recuerdo de Casimiro el Bizco? ¡Que poca vergüenza tienes!" - Pero si no puedo caminar. Yo no sé que me picó ahí pero espero que se me baje pronto la inflamación porque así no estoy presentable. - "Ven y no bailes" - ¡Si no puedo juntar las piernas ¿cómo voy a bailar? - "Si te hubieras muerto tú, Casimiro el Bizco hubiese venido a tu fiesta ¡Egoísta!"

La discusión duró un buen rato y la abuela no cejó hasta conseguir que Andresito diera su brazo a torcer y fuera a El Funeral.

Menos mal que tenemos ascensor en la finca, en caso contrario hubiésemos tenido que tirar al abuelito por la escalera haciéndolo rodar para que bajara rapidito. Meterlo en el rolls royce costó su trabajo al llevar las piernas completamente separadas. El pobre no paraba de decir: - ¡Ay,ay,ay,ay.ay! -
Y la abuela, harta de oírlo, le tocó las palmas diciendo: "¡Arsa, mi niñooooooo!"

Les acompañé. Fue emotivo el momento de colgar la foto de Casimiro el Bizco en la Pared de los Finados. Brindamos con chinchón en su memoria y acabamos cantando y bailando el Aserejé. El dueño de la Cafetería sacó mucha cosa para comer y no quedó nada en las bandejas y nada en las botellas que se sirvieron. La gente se lo pasó bomba y la viuda estaba encantada.

Escuché comentarios como: - ¡Como le hubiese gustado éstar aquí! - ¡Conchi, pon Paquito el chocolatero! - Pues nosotros tenemos hora en el médico mañana temprano, seguro que tendremos el colesterol por las nubes. - Por si acaso ya tengo preparada la foto para que me la cuelguen ahí. - Tu siempre tan precavida, Maria de la Caridad...

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