domingo, 17 de febrero de 2019

Por la boca muere el pez.

- "Nena, dile a la Cotilla, cuando la veas, que se pase por la Torre del Paseo Marítimo a recoger un montón de ropa que ya no uso". - ¿Para que se la ponga ella? - "Para que la venda o la regale" - ¿Es ropa de cuando aún eras viuda y proletaria? - "Esa está guardada en los cajones de la cómoda que dejé en tu casa como recuerdo de los tiempos vivídos antes de casarme con Andresito. La ropa que digo es de la temporada pasada." - ¿No serán los Christian Dior, Yves Sant Loren...? - "Esos mismos" - ¡¿Y por qué no me los regalas a mi que soy tu nieta.?! - "Por eso mismo, boba de Coria ¿Qué diría la gente viéndote llevar mis vestidos?" - ¿Que me tienes en la indigencia? - "Eso no, sino lo mal que te quedan a ti, a pesar de tener unos pocos años menos que yo"

Esto ya fue el colmo de los colmillos: - ¿UNOS POCOS AÑOS MENOS QUE TÚ? ¡JA! - "¿Qué quieres decir con ese ¡JA!?" - Nada que no sepas. - "¿Me estas llamando MAYOR?" -

Yo ya estaba embalada y di rienda suelta a la rabia que me bullía dentro. De modo que, sin encomendarme ni a Dios ni al Diablo, dije: - Mayor, no, sino ¡¡¡VIEJAAAAAAAAAAAAA!!!

No había salido aún la última A de mi boca cuando ya me estaba arrepintiendo.

A través del teléfono se escuchó, claramente, el porrazo de un cuerpo contra el suelo. - ¿A...abue... li...ta? - ¡Nena! ¿Qué le has dicho a tu abuela? (gritó, fuera de sí, Andresito) - ¿Qué... le... pas... a...? - La espuma que le sale de la boca está llenando el suelo del salón y la ha hecho patinar... ¡Ay, Deu meu! tiene los ojos inyectados en sangre. - ¡Abuelito, sal de ahí antes de que explote y te ponga perdido!

Llamé al cuartel de los municipales y pregunté por Bedulio. A regañadientes accedió a hablar conmigo. En un santiamén y con los nervios de punta, le conté lo que había pasado. - ¿De qué puñetas hablas? No te entiendo... y si lo que quieres pedirme es que vaya a tu casa, de antemano te digo que nones. - ¡¡¡Bedulio no cuelgues, por tu madreeeeee!!!

Durante unos minutos di vueltas sobre mi eje lamentando el negro porvenir que me espera. - ¡Me matará! ¡Me hará picadillo y preparará hamburguesas con mi carne morena! ¡No me lo perdonará en la vida y perderé, para siempre, la Torre del Paseo Marítimoooooo!

Después reaccioné. ¡Tenía que salir de casa cuanto antes! Cogí las llaves, el monedero con las cuatro perras que tenía, el termo de los chinos con la sirena ¡y la puerta! - Lo siento Pascualita. Nos hemos convertido en unas proscritas. - Y salimos a la calle. Allí dudé sobre que dirección tomar... Fuese donde fuese, la abuela me encontraría.

Miré hacia mi balcón y una idea anidó en mi cerebro. ¡Eso es, Pascualita! Vámos a anidar entre las ramas del árbol de la calle. ¡Soy más lista que el hambre!


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