lunes, 4 de febrero de 2019

Un inspector de Hacienda también vale.

La Cotilla ha venido con un carrito de la compra nuevo. - Ya me dijo la abuela que estuvo usted "trabajando" en la Gala de los Goya y, por lo que veo, le fue bien el negocio. - ¿Por qué lo dices? - Por el carrito nuevo... - Eres tonta, boba de Coria. Nunca me verás ostentar delante de nadie si los negocios me han ido bien o mal. Siempre me mantengo en una zona neutra y así Hacienda no se fija en mi. - Pues este carrito no es de los baratoooos... - Eso pensé cuando lo vi, abandonado en una acera. - Ay, ¿no me diga que se lo llevó de estranjis? - No lo digo porque no es verdad. Lo cogí para que no se lo llevara otro y para no dejar trastos en las aceras.

Resulta que, de repente, la Cotilla se ha vuelto ecologista. - ¿No estaría, por casualidad, cerca de una ferretería? - Ahora que lo dices... Pues, no  recuerdo. - ¿Y a quién le robó el Goya? - Que boca más sucia tienes. A buenas horas vas a encontrar padre para el bisnieto. - Al Goya lo encontré, abandonado, en una mesa. Y pensé que si no lo quería nadie, mejor que me lo llevaba yo. - ¿No pensó en el disgusto que se llevaría su dueño? - ¿Qué motivo tenía para pensar eso si no lo conozco? - ¿Dónde está ahora? - Cuando trapicheo y me pagan, no pregunto nada. - ¡¿Lo ha vendido?! Ya podría habérmelo regalado y lo hubiese puesto en el taquillón de la entrada. -  Eres de la cofradía del Quiero y no Puedo.

Me puse de mal humor porque nunca piensan en mi. Yo venga a invitarla a comer, comida de bote eso sí, pero comida al fin y al cabo y la Cotilla no me lo agradece como me merezco.

Menos mal que me puedo desahogar con Pascualita y Pepe. Ambos saben escuchar. El más que ella. lleva unos días despistada. Tal vez sea porque vio el reportaje que hicieron en la tele sobre la pesca del atún rojo y no pudo clavarles sel diente. A la sirena se le hacía la boca agua. Incluso llegó a saltar a la pantalla, ¡menudo trastazo se dio la pobre.! Un poco más y tengo que recogerla con la escoba y el recogedor.

No pude evitar reírme. Ese día yo estaba inspirada y, para rematar la jugada, la lancé al aire y, tal como caía, le di un manotazo y salió despedida por la ventana. Cayó en un nido que están construyendo unos pajarillos en el árbol de la calle, y se armó la marimorena. Desde entonces uno de ellos tiene un muslo enorme que más parece de pollo que de pajarito. Pascualita le arreó un buen mordisco.

De repente me dio la ventolera de denunciar a la Cotilla y esta tarde se ha presentado un inspector de Hacienda preguntando por ella. Ahora está en la salita, esperando a su "víctima" y voy a invitarlo a chinchón porque el tío no está nada mal y ¿quién sabe? tal vez sirva para padre del bisnieto de los abuelitos.

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