martes, 5 de febrero de 2019

Pallí Pallá, S.L.

El timbre de la puerta ha sonado hasta que he logrado subir desde las profundidades del subconsciente, trepar dificultosamente por las sombras somnolientas que amenazaban con tirarme, de nuevo, al abismo del que pude huir y, finalmente, despertarme...

El rellano estaba lleno de gente en pijama y bata, protestando airadamente, contra la abuela que no quería quitar el dedo del timbre: - "¡Si no lo hago así, mi nieta no se despierta, cojona!" - A su lado, con cara de no haber roto nunca un plato, estaba Andresito. Cuando, por fin, abrí, se escurrió como una anguila entre el dintel de la puerta y yo y se metió en la cocina.

- "¡Anda, cierra la puerta! Menudos vecinos escandalosos éstos!" - ¿Qué es lo que pasa? - "Andresito ha venido en plan de refugiado familiar para que lo acojas en tu casa" - ¡¡¡¿OTRA VEZ?!!! ¡Esto ya pasa de castaño oscuro! ¡Me estáis tomando por el pito del sereno! - "Es tu abuelito segundo, nena. El dueño de la Torre del Paseo Marítimo, nena... (se le notaba a la legua que hablaba con retintín) ¿Lo has olvidado, nena?"

La abuela siempre sabe dar en el clavo cuando se trata de hacerme entrar en razón. Y ésta vez también lo logró. - Vaaaaaaaleeeeeee..., que se queeeeeedeeee... ¿Y a qué viene, ésta vez, la movida? - "A lo de siempre: Política mal entendida ¿qué va a ser sino?"

- Me acerqué a la cocina. Al entrar Andresito dio un respingo - ¡Que susto, nena! ¿Crees que tus vecinos me habrán visto? - Puedo que algún miope, si no llevaba puestas las gafas, no. Todos los demás, sí. - Le dije a tu abuela que fuera discreta... - Eso es como pedirle peras al olmo, abuelito ¿qué ha pasado?

- Cosas de la Espe Aguirre. Siempre ha sido muy ocurrente para trajinarse dineros que no eran suyos. Montaba sociedades "pantalla". Ahora se ha descubierto una de ellas llamada Paquí Pallá, S.L - ¡Ni a la Cotilla se le hubiese ocurrido un nombre así para reírse de los ciudadanos. Que graciosa! - Eso creía yo pero ya no me lo parece...

Estaba pálido y tembloroso. - Abuelito, no me digas que tuviste algo que ver. - Poca cosa pero... sí. El amor al dinero ajeno era el motor que nos mantenía unidos al Partido... -  ¿Y ahora qué pasará? - Los periodistas me asediarán pero aquí no vendrán a buscarme.

Un escándalo, procedente de la calle, rompió el silencio de la noche. Me asomé al balcón. La calle estaba llena de gente: ¡periodistas! Mañana saldré en todos los medios porque se hincharon a hacer fotos y filmarme hasta que se convencieron que yo no era quién buscaban.

Llevaba a Pascualita prendida en el pecho, en plan broche para que no se perdiera nada de la movida que se estaba organizando. Al final llegaron los municipales, con Bedulio a la cabeza. Apenas miró al balcón pero, cuando me vio, hizo la señal de ¡¡¡Lagarto, lagarto!!!

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