martes, 13 de mayo de 2014

La abuela me ha llamado por teléfono. - "Vendré con una amiga de Andresito. Quiere ver tu casa" - ¿Quiere comprarla? - "¡Ni que fuera el Palacio Real! No, nena. Es que nunca ha visto la casa de una proletaria y le hace mucha ilusión" - ¡Si quiere ver circo, que pague entrada! - "¿Por qué te pones así?" - ¡Porque me da la gana! - "Te perdono porque tienes las hormonas revolucionadas con el embarazo que si no te daría con la mano plana en toda la boca... Haz una cosa. Pon un plato con monedas en el taquillón de la entrada y ella lo entenderá" - ¿Qué entenderá? - "Que tiene que dejar la voluntad después de la visita "cultural" - ¡La madre que me parió! - "Pero si esto lo hace incluso la Reina de Inglaterra" - Si es así...

Luego me preguntó por la mancha de la cocina - Se ve mejor ahora. - "¿A qué vendrá éste ahora?" - ¿Cómo sabes que es el abuelito? - "¡No lo voy a saber yo! Mira a ver si puedes quitarla antes de que vengamos" - Si no pudiste tú con todo lo que le echaste... - "¡Que lo pruebes te digo!" - ¿Y mi embarazo? - "Pues... que lo haga la Cotilla"

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaaa! - La abuela quiere que quite usted la mancha - ¡¡¡¿Yoooooooooo?!!! No me arrimo a eso ni harta de chinchón, no vaya a sacar un brazo y me coja del cuello. - Estaría justificado - ¡Calla, calla. A ver si te oye! - La abuela no quiere que la mancha esté ahí cuando venga con su nueva  amiga a ver mi casa. - ¿Es rica? - Supongo. - Hay que darle buena impresión. Te ayudo pero la mancha no la toco.

A las cinco de la tarde entraron al abuela y su amiga Millonetis. Menos mal que en el barrio somos gente humilde pero honrada porque llevaba encima las joyas de la Corona. Antes de sentarse quiso verlo todo. La abuela me preguntó, disimuladamente, por la mancha - Está en su sitio (cuchicheé) - Y ese fue el momento en que puso en marcha el plan B para que su amiga no se fijara en ella. Para empezar le ofreció un chinchón - ¿Es proletario? (preguntó ilusionada) - "Totalmente. Lo beben los albañiles" - Y en vez de una copa, bebió dos. Iba de habitación en habitación (o sea, dos habitaciones) dando grititos - ¡Que horteradaaaaaaaaa! Me encantaaaa. - En el baño quedó extasiada - ¡Que chiquitín! ¿Cómo se puede mover una aquí? ¿Eres contorsionista, guapa? - En el comedor se acercó a la vitrina mirando, boquiabierta, la cristalería mientras seguía trajinando chinchón - ¡Así que estas son las cristalerías que regalaban con los polvos de lavar hace años! No las había visto nunca.

Al entrar en la salita quedó impactada ante el "altar" iluminado de Luis Bárcenas. - ¡Incluso los... hip... obreros le veneran! ¡Que graaaaaan... hip...hombre! - A la Cotilla le cayó un lagrimón. Por último entraron en la cocina. Los ojos de la Millonetis bizqueaban - ¡Oh, una mancha en... hip... el suelo! ¡Me encaaaaanta! - Con la mirada estrabica abarcó mucha más superficie visual y vio, por un lado, el cartel de ¡¡¡Y TÚ MÁS!!! colgado en la nevera. Y por otro la pila bautismal - ¡Me encannnntaaaaaa esta fot... foto abstracta... hip... La quiero paraaaaaaa... hip... mi salón. - Se acercó a la pila con el entrecejo fruncido - ¡¿Qué hace esta antigüedad aqui... hip...?! ¿La has... hip... robado? jajajajajajaja ¡Claaaaaro que sí! Estoy... hip... borrachaaaaaaaaa pero reconozco unaaaaaaaaaa obra de aaaaaaarte cuando... hip... la veo. - Dijo apuntando a la abuela con el dedo. Algo que a Pascualita le resultó amenazador y soltó un chorrito de agua envenenada al ojo de la Millonetis que, inmediatamente, inició la Danza Dolorosa entre gritos y llantos.

Cuando, después de beberse casi una botella de chinchón, se durmió en el sofá, le manifesté mi temor a la abuela - ¡Me denunciará! - "¡Por encima de mi cadáver de plumas y lentejuelas!"



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