viernes, 23 de mayo de 2014

Una de dos, o los vecinos son unos ingenuos o tienen muchas ganas de perder de vista a la Cotilla. Esta mañana han llamado insistentemente a la puerta y al abrir me he encontrado con ella. Me ha dado un empujón y ha entrado en casa como un torbellino - ¡Cierra, rápido! - ¿La persigue un cura? Ya le dije que un día se hartarían de su "limpieza" de cepillos... - ¡Calla, boba y escucha! - En la escalera sonaban gritos de ¡¡¡Presidenta, presidenta!!! que me desconcertaron - ¿No elegimos a Argimiro? ¿Por qué lo llaman presidenta? - ¡Me aclaman a mí!

Naturalmente se quedó a desayunar y me dio la tabarra para que le entregara de nuevo la llave de casa - ¡Ni hablar del peluquín! - ¿Qué te cuesta? Así podré entrar discretamente. No me gusta la fama ... - ¡Ah, se siente! Santa Rita, Santa Rita, lo que se da no se quita. - ¡Yo no te la dí. Me la quitó el jodío inglés! - Lo siento pero no voy a dar mi brazo a torcer. Aprecio mucho mi libertad, mi independencia, mi... - ¡¡¡Vale. Te he entendido!!!... - Seguimos desayunando, esta vez en silencio. Hasta Pascualita se asomó al borde del orinal decimonónico para ver qué pasaba.

Un buen rato después, la Cotilla volvió a la carga. - He estado pensando que todos tenemos un precio y tu no vas a ser menos. - ¡¿Quiere chantajearme?! Perdone pero tengo mis principios y nada ni nadie podrá doblegarlos. (me puse muy seria porque creía firmemente en lo que decía) - Torres más altas han caído, muñeca. - ¿Muñeca? ¿Me está adulando? jajajajajaja ¡Que divertido!

Dos horas después me había ofrecido el oro y el moro pero yo seguía incorruptible y me sentía orgullosa de ello. Nunca pensé que pudiera actuar así. Mientras la Cotilla me tentaba yo me acerqué al mueble donde guardé la llave que me había entregado y la guardé en el bolsillo del vaquero. No quería que me pillara despistada y me la robara.

Mientras comíamos (también se quedó a comer) llamó la abuela para decir que no vendría a verme porque anoche quedó un poco "perjudicada" en la fiesta del cumpleaños de Conchi. - Pasame el teléfono. - Se lo di y se marchó del comedor. ¡Menuda cotilla está echa, le gusta enterarse de las cosas de los demás pero no quiere que yo la oiga!

No volvimos a hablar más del tema de la llave has después de tomar el café. - Mira, nena, he pensado que como no tengo nadie a quién dejar mis cosas cuando muera y tu eres como si fueras mi hija... - ¿? - voy a nombrarte heredera universal - ¿Seguro? - Claro. Cuando tomo una determinación no cambio de opinión. - ¿Y qué me dejará? - ¡Mi piso! ¿Qué te parece? Así tendrás dos y podrás hacer negocio alquilando uno - ¡Gracias, Cotilla! (se me escapó una lagrima de agradecimiento) Siento haber sido tan desconsiderada con usted. ¡Tenga la llave!

No fue hasta la noche cuando caí del guindo ¡Maldita Cotilla! ¿Cómo va a dejarme el piso si es de alquiler! ¡¡¡Y se ha llevado la llave!!!

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