miércoles, 4 de octubre de 2023

Para Xisca.

 El dichoso C tiene superpoderes o algo así, porque al sentir el roce de la dentadura de Pascualita, se volvió tan pequeñito que me costó verle cuando escapó de entre los dientes, se deslizó hasta el suelo y se camufló entre un grupo de bolas de polvo que se habían juntado para chafardear.

Llamó la abuela: - "No sé dónde está Andresito" - Aquí, en mi casa. Solo faltas tú? - "Este se va a enterar de lo que vale un peine" - ¿En serio te gusta C, abuela? - "Aún no sé que cara tiene.." - Andresito está celoso. - "¿De una C mayúscula? ¡Me encanta!" 

Poco después la abuela se presentó con Xisca y todos gritamos: - ¡Felicidades, Xiscaaaa!. Pascualita no quiso ser menos y se lanzó hacia ella impulsada por su hermosa cola de sardina. Claro que si le resulta fácil el salto, no pasa lo mismo cuando aterriza y ésta vez lo hizo ¿adrede? en el pecho de Xisca que gritó, corrió, saltó, lloró, moqueó al sentir el mordisco que le dio la sirena para sujetarse y no darse la costalada contra el suelo.

Pero Xisca, después de vaciar media botella de chinchón como antídoto contra el dolor, no podía quitar los ojos de aquel pecho que crecía y crecía  como si tuviera vida propia. 

También C vió aquella especie de milagro y se le alegraron las pajarillas. Eso le hizo descuidar la guardia y en un segundo se convirtió en una especie de Rompetechos de tamaño natural que, a pesar de su timidez, regaló a Xisca una gran bola de polvo que había juntado con sus propias manos, momento que fue amenizado por el árbol de la calle cantando el Brindis de la Traviatta.

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