lunes, 23 de octubre de 2023

Un sueño.

La Gran Esfinge ha llenado mi sueño con su corpachón. - ¡Eh, señora (le he gritado) que está ocupando mi territorio! - Y va y me dice: - Yo estaba primero. - A partir de ese momento no pude ver ni las ovejas que cuento cuando tengo insomnio. 

Claro, ante tamaña desfachatez me puse echa una fiera corrupia aunque no me sirvió de nada. Así que bajé los decibelios y recordando que es mitad león, le hablé amablemente. - Si no se las vigila, las ovejas se irán a Extremadura aprovechando el tiempo de la trasumancia y a ver cómo me duermo yo luego.

La voz cavernosa del monstruo, dijo: ¿Cuándo has tenido insomnio tú, resalá? - Pues... ¿tengo que decirle la fecha? - Sería un detalle, boba de Coria. - ¿Le gustan las fechas? - Ah, ¿se comen? Y yo sin enterarme... Venga, dila y la probaré. 

Yo me devanaba el cerebro buscando una solución. Incluso, a gritos, propuse a los personajes de casa, que buscaran una. - ¿A cuánto la hora, nena? (preguntó el marisabidillo del comensal de la Santa Cena que guarda la bolsa de las monedas)

Esto era más de lo que mi neurona y yo, podíamos soportar y grité como nunca: - ¡¡¡PASCUALITAAAAAAA!!!

Fue mano de santo: La Gran Esfinge se irguió en toda su grandeza mientras lanzaba al viento un rugido milenario como no había oído nunca... El viento, que debe ser un tiquismiquis de mucho cuidado, le recriminó que le hubiese rugido en la cara: -  ¡Que peste de aliento! ¡Usa Colgate, jodía!

La sirena saltó de la pila de lavar del comedor a mi escote. Y de ahí a la cabeza del león.

Jamás he visto tal efusión de besos y abrazos como los que se prodigaron los dos monstruos al verse después de tantos milenios. 

Estupefactos quedamos todos viendo a dos seres, hechos de retales (uno mitad sardina, mitad mujer, y otro mitad hombre, mitad león...)y pensé: - Si lo cuento nadie me va a creer.

Y entonces me desperté.

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