lunes, 30 de octubre de 2023

¡Que potage!

A mi primer abuelito se lo comen los nervios. No para quieto. Así aparece como desaparece. La lámpara del comedor está que trina: - Cada vez que intento dar una cabezada aparece el pesado éste y enciende o apaga las luces según le de. ¡Me tiene harta!

A mi me tiene mareada. Ya no sé las veces que me pregunta cómo le queda el sudario y antes de que dé mi opinión se pone otro: ¡Para ya, jopelines! (le he gritado, frenética)

Ha sido en el momento en que la abuela, seguida de su mayordomo inglés, ha entrado en casa. - "Oye, que solo he puesto un pie en tu casa, boba de Coria" - Ay, perdona pero es que tu ex marido me saca de mis casillas.

Se hizo el silencio más absoluto. Las bombillas de la lámpara del comedor siguieron haciendo luz de gas. La abuela empezó a sudar a mares mientras el miedo le incitó a bailar un zapateado de locura. Entonces entró mi segundo abuelito, Andresito que, admirado, brindó óles y aplausos a su mujer. - ¡Eres la Carmen Amaya del siglo XXI!

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaaaaa! ¿Habéis cambiado el Jaloui por el flamenco? ¡Lo prefiero! (gritó la Cotilla para hacerse oír al llegar a casa) - Pascualita, viendo a su amiga del alma dar zapatazos al suelo se entusiasmo tanto, en lugar de aplaudir le tiró varios buchitos de agua envenenada y uno de ellos le dio en una teta. Por eso ahora anda de lado, por el peso.

Fue tanto el griterío que se formó que pude hablar con mi primer abuelito sin que nadie se enterara: - ¿Qué te pasa, culillo de mal asiento? - ¡¡¡Que mañana será la Gran Noche de los que estamos en el Mas Allá y no sé qué ponerme!!! - ¡Angela María, lo que hay que oír!

 

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