sábado, 10 de agosto de 2019

La Negociadora.

La Cotilla y la abuela se han juntado en mi casa para arreglar el mundo. Pero antes he tenido que prepararles unas jarras de chinchón on the rocks para paliar el calor. Una de las veces que entré en la salita llevando copas dijo la Cotilla - ¿Dónde vas con eso, boba de Coria? ¡Trae cañitas, mujer, que estamos en verano!

La abuela puso los ojos en blanco y meneando la cabeza, exclamó: - "Que cruz tengo con ésta nieta. Hay que explicárselo todo" - Desde su lugar estratégico del broche, Pascualita la imitaba.

A pesar de que no me pareció buena idea, llevé unas cañitas. - Son las últimas que veréis en ésta casa. Estoy eliminando el plástico de mi vida. - "¡Ooooooh! ¿Acaso tienes una noticia que darnos?" - Os la acabo de dar. No traeré más plast... - "¡Eso ya lo has dicho! ¿Qué más?" - Pues, eso... - Anda, calla, que te repites más que el ajo. Tu abuela quiere saber si tienes un novio ecologista porque no es normal en ti, que te preocupes por el Medio Ambiente por amor al arte.

Dos pares de ojos, que juntos tienen unos doscientos años, me contemplaban. De pronto me sentí como si fuera la Esfinge de Ghiza siendo admirada por Napoleón y sonreí. Aquello desató la euforia de las dos amigas. - "¡¡¡SIIIIIIIIIIIIIIIII. POR FIIIIIIN!!! ¡¡¡SERÉ BISABUELAAAAAAAAAA!!!"
 gritó la abuela - ¡¡¡Y YO TIA BISABUELAAAAAAAAAAAAAA!!! - La Cotilla no se quedó atrás.

Entonces me di cuenta de lo que había hecho. Una simple sonrisa ha tenido el poder de desatar la Madre de todas ilusiones. ¡De nuevo me sentí otra. Ahora era la Gioconda y su enigmática sonrisa! ¡Para, para! me dije pero me resultó dificil.

En pocos segundos, pasar de Esfinge a Gioconda, no es fácil y yo lo había conseguido ¡Estaba encantada conmigo misma! Pensé que el Mundo podía arreglarlo yo solita. Y no lo dudé. Cogí el teléfono, llamé al Govern. Pedí el teléfono del Palacio de la Moncloa... Pregunté por el Presidente del Gobierno... ¿qué quién soy yo? La Negociadora ¡Vamos, rapidito!

Le di las instrucciones pertinentes al Presidente que se quedó sin habla. - Siga mis consejos y ésta misma semana tendremos Gobierno.... Antes de colgar déme el número de la Casa Blanca.

- Hola, quiero hablar con el presidente Trump. No, no soy una migrante sudamericana, mister. Soy  la Negociadora. La voz del Pato Donald sonó al otro lado del teléfono. Entonces dije: - Aparte el pelo de sus orejas, escuche y siga mis instrucciones al pie de la letra. Mañana todos los conflictos que usted ha empezado estarán resueltos, favorablemente, para el Mundo.

No contenta con mis valiosas gestiones, quise hacer una última llamada para rematar la faena. - Oiga, Tramp, déme el teléfono de Dios... ¡¿Qué pasa... ?!

Volví a pisar las baldosas de mi casa como si aterrizara, bruscamente, de un viaje espacial. Las dos amigas seguían allí... - "¡Ya sabía yo que mi nieta no está preparada para tomarse tres vasos de chinchón on the rocks con cañita!" - Creo que tiene un coma etílico... ¿Llamo al 061? - "Sí, pero deprisa, antes de que me de la risa floja jijiji... jijijijijiji... jijijijijijijijijiji ¡ya me da, Ya me daaaaaa!"

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