viernes, 26 de febrero de 2021

Efectos del confinamiento.

 Los abuelitos, de punta en blanco, siguen viniendo a casa por las tardes. Ponen música a todo meter y bailan como si les fuera la vida en ello. Pascualita suele participar colocada, en plan broche, en el jersey de la abuela. Y así, cuando una gota de chinchón se pierde, cae en su boca.

Ahora no discuten tanto por el dichoso broche porque, mira que es feo. Andresito, que es feliz regalándole cosas a su mujer, le ha comprado los broches más bonitos de las joyerías de la calle Platería, pero ella, con la excusa de que el feo era de su bisabuela y le tiene mucho cariño, cuando viene a casa se lo pone.

Ayer subió Bedulio alertado por la algarabía que salía del balcón. - ¿Cuánta gente hay aquí? (preguntó muy serio) - Vamos a ver... la abuela, Andresito, mi primer abuelito (la cara del Municipal perdió su color)... ¡Ay, mira que simpático es! te saluda con la mano... - ¿Desde... dón... de...? - ¡Encima de la lámpara! Díle algo, hombre...

Pero Bedulio ya corría escaleras abajo, así que tuve que gritarle. - ¡Y yo! - Tú... ¿qué? (se giró un momento llevado por su profesionalidad) - ¡Que también estoy yo! - 

- ¡Avemariapurísimaaaaaaaaaaa. Bedulio que va hablando solo y haciendo cortes de manga... Para que luego digan que no nos ha afectado el confinamiento.

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