sábado, 13 de febrero de 2021

Un día movido.

 Desde que la Cotilla está en Madrid mi primer abuelito aparece menos por casa. Nunca pensé que tuviera tanta querencia por ella y así se lo dije cuando vino, elegantísimo, con un sudario rosa fosfi lleno de lentejuelas fosforescentes. 

- ¡Caray, que destellos suelta esto! me vas a dejar ciega. - Soy el fantasma más guay de la Eternidad. Encontré éste sudario y me sirve, además de para ligar, para iluminarme cuando quiero aparece delante de una mujer... - No creo que te vean. - No, pero las deslumbro y con eso me basta. 

- La abuela está celosa porque ves mucho a la Cotilla. - Solo voy a chincharla. Le digo al oído que su gurú está en la puerta de la calle. Como ella está dentro de la iglesia, no podrá verlo. - ¿Y qué dice? - Palabrotas. Las beatas ya se han chivado al cura, escandalizadas.

Me asomé al balcón y me subí a la rama del árbol de la calle más cercana. Una hojita aterrizó a mis pies. Me subí en ella con Pascualita y Pepe el jibarizado. Cerré los ojos y al abrirlos estaba frente a la Santa Ana Cotilla a la que un cura, con ayuda de una brocha y un cubo de cal, intentaba tapar.

Ella le ofrecía el oro y el moro para que no lo hiciera pero el hombre no estaba por la labor de tener una mala influencia para sus feligreses pintada en la pared y seguía brochazo va, brochazo viene... hasta que Pepe se puso a cantar - OOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO - y el cura, espantado, salió corriendo y no paró hasta llegar a Paris donde le dieron un trofeo y todo por tamaña hazaña.

Mientras, yo le enseñé un bote de fabada a la Cotilla que, haciendo un esfuerzo (por la comida gratis, lo que sea) salió de la pared y nos fuimos al Retiro a comer. Pascualita, al ver el lago se volvió loca y no me quedó más remedio, mientras la Cotilla daba cabezadas siesteras, que atarla con un cordón de mi zapato y meterla en remojo para que se diese cuenta de que no era el mar sino un enorme estanque de agua dulce. Un gran pez se dirigió hacia ella con la boca abierta pero, ahogándose y todo, la sirena atacó primero clavándole los dientecillos de tiburón ¡y se lo comió!


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