viernes, 19 de febrero de 2021

Pascualita habla...

 -Normalmente, cuando la Cotilla entra en casa lo hace saludando a grito pelado: - ¡Avemariapurísimaaaa! pero ésta vez no ha dicho eso sino que ha soltados sapos y culebras por esa boca desdentada. - ¡¡¡QP.,VMWTLOPWR,M!!! - ¿Qué pasa, Cotilla? - ¡Mira cómo vengo, como una sopa! Acaban de tirarme un cubo de agua... ¿no habrás sido tú? - ¡Dios me libre de hacer esas guarradas de vaciar el agua sucia por el balcón como si estuviésemos en la Edad Media! (¡menos mal que no me ha visto!)

Como la cosa podía ponerse mala para mi en cuanto la vecina atara algunos cabos, decidí cambiar de tema y preguntarle: - Usted que lo sabe todo... ¿cómo eran los dinosaurios? - ¡Eh! ¿A qué viene esa idiotez de pregunta? - Es para que deje de pensar en lo que le ha pasado y encima, tenemos un nuevo tema que desarrollar. - ¿Que tenemos que desarrollar, qué? No me hagas trabajar que tengo los riñones doloridos... - La conversación sobre los dinosaurios... - ¿Quiéres que hablemos de eso? ¡Yo que sé de estos bichos! solo puedo decirte que cuando nací ya no estaban. Y los que encontraban, de vez en cuando, eran huesos grandes que, con decir que eran de dinosaurio esa gente ya lo tenía todo arreglado. - ¿De qué iban a ser si no? - De gigantes. Los cuentos están llenos de ellos y nadie les da crédito ¡Pues yo sí!

¿Y a los dinosaurios no se los cree? - ¡No! Eran pollos enormes. Es que la gente de antes comía mucho. (Entonces me imaginé a la Cotilla como un enorme pollo mojado que se pasaba el día piando por su corral) 

Mi primer abuelito no perdía rípio y cuando la Cotilla se fue a la salita a encender las velas del altar de los Amigos de lo Ajeno, me preguntó: - ¿Por qué no le preguntamos a Pascualita? - No creo que ella... - Pero ya había entablado conversación con la sirena, via telepática.

- ¡¿A mi que me cuentas?! - ¿Los viste? La nena tiene curiosidad... - ¡Anda y que le den morcilla! - ¿Ya estaban los dinosaurios cuando naciste? - Tardaron miles de años en aparecer. Y creyeron ser los reyes del mambo porque eran enormes. Después cayó un pedrusco y ¡hala! todos a tomar viento... Pardillos... Tuvimos comida para rato. Fue el aúge de las sirenas guapas pero, al final, solo quedé yo. - ¿Te las comistes? - ¡Naturaca! 

¿Pero que clase de bicho tengo metido en casa? ¡¡¡Socorrooooooo!!!

No hay comentarios:

Publicar un comentario