viernes, 12 de febrero de 2021

Si la envidia fuera tiña...

 Cuando la abuela se ha enterado del paradero de su amiga ha venido a casa. - "¿A qué ha ido esa a Madrid?" - No ha ido. Se la llevó el viento... - "Y yo soy la Reina de Saba" - ¿En serio? ¿Te liaste con Salomón? ¿Estaba bueno? - "Para tirar cohetes" - Mi primer abuelito, subido a la lámpara del comedor, me dijo a través de la telepatía - ¡Y yo sin enterarme! (lo noté celosillo)

- Pues eso, abuela, que está de Santa Ana... - "¿Y cobra por ello?" - No tengo ni idea. - "¿Qué hará allí?" - ¿Aparte de cotillear con las beatas? enterarse de los requisitos que se necesitan para tener un confesor particular, como su gurú. - "¿Para qué y por qué?" - Pues para que la confiese de lo que ella quiera contarle. Es algo exótico... como tu tienes un mayordomo inglés, por ejemplo.

- "Al paso de los años se ha convertido en una snob envidiosa y no puedo consentirlo" 

Llamó a Andresito. - "Ves a hablar con el obispo para que nos de un confesor" - ¿Por qué? - "¡Porque sí!" - Ay, cariño, que ilusión me hace que te hayas hecho de los nuestros... - "Dile al obispo que lo quiero de buen ver. Mejor pide dos de veinticinco años" - ¡¿Dos?! -  "Uno para tu madre y otro para mi ". - Vaya hombre...

Contenta por haber logrado pasar por encima de la Cotilla, la abuela cogió a Pascualita, que la miraba desde el borde del acuario y bailaron un vals, con tantas vueltas, que la pobre sirena echó la primera papilla. - "¡Ay, que asco!" (dijo la abuela y se marchó) - Cuando iba por el pasillo le grité: - ¡¿Por qué no lo límpias?! - "¿Quién le da de comer? ¿dónde vive? ¡¡¡en tu casa!!! por lo tanto, blanco y en botella.

Y cerró la puerta de la calle con un portazo.


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