domingo, 21 de mayo de 2023

LA TERAPIA.

Al final no supe para qué me había llamado la abuela. Pensé en telefonearla pero el concierto de pitos que llegaba desde la calle me avisó de que acababa de llegar el rolls royce de los abuelitos y había aparcado, como siempre, en el lugar preferido: la parada del bus y estorbando el tráfico.

Poco después mi señora abuela entraba en casa, seguida por su mayordomo que iba a regañadientes. - Mi no querer..., mi no querer...

Un silbido de admiración sonó como un clarín en el comedor. Miré al inglés: - ¿Me estás echando los tejos? (le pregunté) - Pero él siguió con su letanía particular: - Mi no querer... - "Ay, calla ya jodío que eres más seguido que una gotera"

La abuela se había acercado al cuadro de la Santa Cena, donde el comensal de las treinta monedas, la camelaba descaradamente. - Te invito a tomar aceitunas y queso con laccao, resalá. 

No me podía creer que la abuela ligara delante de mis narices. - "Que majo es éste chico" - ¡¿Chico?! si es más viejo que el bisabuelo de Matusalen. - "No me extraña que, a éstas alturas de mi vida, siga sin bisnieto. Le pones pegas a todo... Hale, aquí te dejo a Geoooorge unos días... Según la terapeuta, debéis convivir durante un tiempo para ir dejando vuestros problemas atrás.Trátalo bien" - ¡¿QUÉ?!

 

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