domingo, 28 de mayo de 2023

Sigue la hisoria...

 Pascualita lleva durmiendo un montón de horas con la lengua fuera; no me extraña porque después de lo mucho que ha hablado se le ha hinchado y  la tiene en remojo.

Mi primer abuelito se ha presentado con un sudario hecho con plumas de pavo real que se cierran y se abren como un abanico. - ¡Caray! es espectacular éste modelito. - Y útil. Si tengo calor abro el abanico y ¡mira, mira! - Es tal la potencia de mi abuelito que ha levantado un vendaval y toooodas las bolas de polvo se han ido a tomar viento.

 - Así que eres el novio de mi bisabuelastra y yo sin enterarme... ¿Eso quiere decir que tendrás el bisnieto de la abuela? - Las ánimas no tenemos esas cosas (dijo muy serio) 

Y sin venir a cuento prosiguió con lo que le había contado Pascualita antes de echarse a descansar:

El jefe de una tribu al que apodaban EL ENVIDIAS apareció un día por el poblado de Pazguato XVIII. Trajo consigo a todos los ENVIDIOSOS de su pueblo. Todos tenían una enorme ceja levantada, maquillada primorosamente. Pazguato XVIII no lo sabía (tampoco había preguntado) pero aquello era una mala señal.

En un santiamén todos los pazguatos fueron muertos, descuartizados y metidos en una gran olla comunitaria con verduritas y patatas a granel.

Cuando El Envidias estaba a punto de dormir la siesta recordó que había venido a ver el espectáculo de Pazguata. - ¡Se me ha olvidado! (se dijo enfadado) - Mandó guardar la cabeza de la princesa, reducirla a tamaño llavero y esperar que no estuviera muy cabreada por haberle fastidiado el día, he hiciera en su poblado lo que hasta ahora hacía en el suyo. - ¿Y lo hizo? (pregunté, curiosa) - ¡NOOOOOO...!

 


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