lunes, 3 de junio de 2024

Bulos y más bulos.

 Los vecinos se arremolinaban junto a la puerta de entrada de mi edificio. Y todo porque ha venido a casa el jefe de Bedulio. - Me asomé al balcón para ver el espectáculo y el árbol de la calle me previno: - Hablan de ti... jejejejejeje.

Achuché a mis orejas: ¡trabajad un poco! - Y, aunque a regañadientes, hicieron lo posible para escuchar las murmuraciones: - Para que haya venido el jefe de los Municipales la nena tiene que haberla liado parda. - Dicen que se ha cargado a su abuela... - ¡Ostras! será cierto porque hace mucho que no la veo por aquí. - Aquella también era buena. Había que echarle de comer aparate...

Mi primer abuelito apareció flotando frente a mi: - ¡¿No será verdad. nena?! - ¡Que va! Esta tropa son fabricantes de bulos. - Ay, que peso me quitas de encima. He estado apunto de pedir que me trasladaran al Infierno.

Entretenida como estaba me olvidé de la visita y tuvieron que ser los vecinos quienes me lo recordaran. - ¡Mírala, están llamando a su puerta y no se entera! - ¡Nena, ábrele al Jefe que lleva DOS HORAS llamando a tu puerta, jodía!

No empezamos con buen pie. El ceño fruncido de aquel hombre no le gustó, ni poco ni mucho, a Pascualita que, antes de esconderse en el barco hundido, dio una ráfaga de coletazos, rápidos y eficaces que dejaron al pobre echo una sopa. Había agua por todo y al dar otro paso, resbaló y se pegó un castañazo de padre y muy señor mío.

- ¡SACADME DE ESTA CASAAAAA! (gritó) - Y cuando se lo llevaban a la sillita de la Reina, ordenó: - ¡Quiero esta casa vigilada las veinticuatro horas. Bedulio tiene razón: aquí pasan cosas raras.

Una vecina preguntó, ansiosa: - ¿Es verdad que ha matado a su abuela? - Y los ojos del Jefe bailaron la rumba en sus cuencas: - ¡VAMONOOOOOOOS!


 









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