domingo, 23 de junio de 2024

Sa Festa.

 Los caballos negros parecen de charol cuando el sol los ilumina, levantados sobre las patas traseras entre la multitud que ha tomado las calles para disfrutar de la Fiesta y gritan y saltan al compás de la jota que anima el ambiente: - ¡TIRURIRURI, TIRURIRURI, TITARIRUUU...!

- ¡San Juan ya está aquí! (grita mi voz sin que yo haya sido consciente de haberlo dicho) - 

Pompilio, por una vez en su vida, se ha sentado a mi lado en el sofá de la salita. - ¡Bah! (se queja) Una fiesta sin calcetines, ni es fiesta ni es ná. Menudo tostón.

Pascualita, adormilada en mi escote, mira al gnomo y bosteza. De momento no se lo comerá porque la siesta es sagrada para la sirena. 

De repente, el tirurirurí se adueña de mi subconsciente y mi voz vuelve a gritar por su cuenta y riesgo: - ¡¿Qué hago yo aquí en lugar de estar en Ciutadella?! - ¡Calla, jodía! (le ordeno) - Pero no se calla y entabla diálogo con Pepe el jibarizado: - OOOOOOOOOOOOOO - Sí, se le ha olvidado comprar el pasaje del barco, como siempre y ahora, como no vaya a nado... - OOOOOOOOOOOOOOO - Tienes tooooda la razó, Pepe. Allí podría encontrar al futuro padre del bisnieto de su abuela pero pone poco empeño... - OOOOOOOOOOO - Pues sí. Al final la Cotilla será más rápida y se quedará con la Torre del Paseo Marítimo. - OOOOOOOO - ¡Eso, es! ¡Que espabile!

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