domingo, 30 de junio de 2024

Se merece un Oscar la jodía escoba.

Esperando la hora de comer me quedé traspuesta en el sofá de la salita. De repente me cayó encima una somanta de palos sin venir a cuento. - Sea lo que sea que haya hecho, ¡ME RINDO! (grité mientras levantaba los brazos tal como he visto hacer miles de veces en las películas de policias)

Entonces empezó una sesión, frenética, de gimnasia: - ¡Levanta el pie derecho! ¡Ahora el izquierdo! ¡Adelante! ¡Atrás! ¡Arriba! ¡Abajo! ... No podía más. Estaba derrengada ¿Sería posible que mi torturador fuera sordo? No tuve la menor duda y a voz en grito repetí: ¡¡¡ME RINDOOOOOOO!!!

Mientras, en el comedor subía de tono un guirigay en el que distinguí las voces de los personajes de casa. ¿Qué demonios estaba pasando? - ¡Un, dos, tres! ¡Paso ligero! ¡Un, dos, tres! - ¡¡¡Bastaaaaaaa!!!

Lagrimones como puños brotaban de mis ojos: - ¡No quiero hacer la mili! (protesté) - y hubiesen anegado mi casa, el balcón, el alcorque del árbol de la calle y el lago del Huerto del Rey si mi primer abuelito no me hubiera despertado. - ¡Nena, para! El repartidor de pesadillas en la siesta de ésta tarde ha sido... ¡TACHAN! ... ¡LA ESCOBAAAAA! ¡¡¡ENHORABUENA!!!

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