viernes, 10 de agosto de 2018

Cae la del pulpo en Palma.

Hoy ha caído la del pulpo en Palma ¿y a quién ha cogido en la calle? A la abuela y su amiga la Cotilla.

Las he visto venir, corre que te corre, desde el balcón de casa. Me había asomado para ver caer la lluvia a cántaros. También ellas me vieron y se pusieron a hacer aspavientos para llamar mi atención. Gritaban pero no las oía porque el agua repiqueteaba en los coches haciendo un escándalo.

De todas maneras tardé un ratito en darme por enterada. Por las señas que hacían, me pedían que les abriera la puerta de la calle porque iban chorreando. Decían tonterías porque si ya estaban empapadas ¿para qué correr? Fui en busca de Pascualita para que las viera porque eran todo un espectáculo.

Para que la Cotilla no la viera la metí en un bol, así podía asomar la cabeza tranquilamente. Me estaba divirtiendo. Ellas me mostraban puños amenazadores y yo les respondía diciéndoles ¡Holaaaa! moviendo los brazos.

El bol se llenó enseguida de agua y la sirena empezó a boquear, a tener peor color aún y los pelo-algas se le pegaron a la frente. - ¡Hay que ver lo fea que eres, Pascualita! ¡Estate quieta, coñe, que te acabarás cayendo! - De repente, se quedó tiesa... - ¡Oh no. Está en agua dulce!

Tumbé a la sirena sobre la mesa de la cocina y, a pesar del asco que me daba, le hice el boca a boca. El bicho no reaccionaba y yo iba de arcada en arcada. - ¡Vamos, despierta. No me hagas repetir el ejercicio! Aaaaaaaaaaaag

Por fin vomitó un poco de agua en el instante en que entraron las dos amigas en casa. Tenía a la sirena moribunda y dos fieras corrupias dispuestas a comerme viva. No se me ocurrió otra cosa que llamar a mi primer abuelito - ¡¿Puedes venir? He descubierto cosas de lo que te pasó el último día de tu vida terrenal... Cosas interesantes sobre la Cotilla... Prométeme que no te la cargarás... - La puerta de la calle retumbó en toda la casa cuando la vecina salió corriendo, escaleras arriba, a refugiarse en su piso del 4º

De la abuela no me pude librar. Tengo la cabeza dolorida por los pescozones que me dió. Gracias a las patadas tengo el culo dolorido - "¡Por intentar matar a Pascualita!" - Que no... ¡aaaaayyyyy! ... ha sido sin querer ¡aaaaaaaayyyyyyyyyyyyyy! - Tengo la cara hinchada a tortas. Y para rematar la faena, la sirena me arreó un mordisco en el dedo índice de la mano derecha. Ahora está descomunal e impide que pueda urgarme la nariz con él porque no cabe en los agujeros. - "¡Procura que no muera la sirena! (me gritó) porque ella tendrá un funeral de Estado pero tu serás pasto de las hormigas. - ¡¡¡Abuelaaaaaa!!! - "¡Ni abuela, ni leches!"

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